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El Cristo Triunfante - Contents
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    Advertencia contra un apetito depravado, 14 de abril

    “Y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud”. Éxodo 16:3.CT 113.1

    Era el plan de Dios derramar grandes bendiciones sobre su pueblo. Su propósito era conducirlos a una tierra buena que por su riqueza y fertilidad se la llamaba la tierra que “fluye leche y miel”. Si se sometían a los requerimientos divinos era el plan del Señor establecerlos como un pueblo saludable, fuerte y poderoso. El pueblo de Israel se había alimentado de la rica y exótica comida de Egipto, que no era la más saludable para ellos, y ahora Dios los habría de traer a través del desierto hacia la buena tierra que les había prometido. En este peregrinar habría de prescindir de una dieta a base de carnes y nutrirse con alimentos sencillos aunque nutritivos, mientras se establecían en la buena tierra de Canaán, un pueblo poderoso donde no hubiera hombres, mujeres o niños endebles en ninguna de sus tribus...CT 113.2

    Desde la caída de Eva en Edén movida por el intemperante deseo de gratificar el apetito, éste ha sido el pecado que ha predominado en la familia humana. Eva, luego de la transgresión, invitó a su esposo para que también comiera. Adán no fue engañado como Eva, pero sí influido por ella para actuar del mismo modo: comer el fruto y arriesgarse a correr las consecuencias pues ningún daño, arguyó ella, le había sobrevenido. Adán cedió a la tentación de su esposa. No pudo soportar verse separado de ella. Y así comió y perdió su integridad. A partir de aquel lamentable episodio, que introdujo el pecado en el mundo, la intemperancia, el apetito pervertido y el poder de la influencia que una persona equivocada ejerce sobre otra, han producido un grado de miseria que el lenguaje no alcanza a describir. No ha habido un instrumento más exitoso que Satanás haya utilizado para tentar al género humano como el apetito.CT 113.3

    En su peregrinar por el desierto, y a causa del continuo deseo de satisfacer sus apetitos depravados, la rebelión y la insurrección continuamente estallaron en motines entre las huestes de Israel. Moisés afrontó enormes dificultades y su corazón se entristeció por las constantes murmuraciones de los hijos de Israel porque Dios, para el bien de ellos, no les había permitido comer carne.CT 113.4

    Continuamente imaginaban problemas y conjeturaban posibles males. Sintieron celos de Moisés y llegaron a pensar que los había sacado de Egipto impulsado por motivos egoístas y que abrigaba el secreto deseo de conducirlos al desierto para que perecieran allí para luego enriquecerse con sus posesiones.—Manuscrito 32, 1885.CT 113.5

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