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El Cristo Triunfante - Contents
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    Dios nos invita a tener un valor santo al acercarnos a él, 20 de abril

    “El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria”. Éxodo 33:18.CT 119.1

    Todos los que ocupan puestos de responsabilidad deben darse cuenta de que primero deben tener poder con Dios, a fin de que puedan tener poder con los hombres... Dios escucha los ruegos de sus obreros abnegados que trabajan para hacer progresar su causa y hasta ha condescendido en hablar cara a cara con débiles mortales. El Señor escucha no sólo en forma paciente, sino con aprobación, las oraciones importunas de quienes realmente anhelan su ayuda.CT 119.2

    Su siervo [de Dios] Moisés era consciente de su indignidad para llevar a cabo la gran obra a la cual Dios lo había llamado y suplicó con un fervor casi presuntuoso que la presencia del Señor lo acompañara. En vez de recibir un reproche, la respuesta que recibió fue: “Mi rostro irá contigo, y te haré descansar”. Se aseguraba así que todas sus cuitas descansaban en el Señor. Pero la mente del patriarca estaba tan cargada por el peso de las responsabilidades que recaían sobre él que se aproximó aún más a Dios y solicitó algo más. Y la respuesta del Señor fue: “También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre”.CT 119.3

    Alentado por el éxito, Moisés se aventura aún más y despliega una santa familiaridad que supera nuestra pobre y finita comprensión humana. El siervo del Señor se había acercado más y más por medio de la oración a Dios, y hace ahora una petición que ningún ser humano se había atrevido a hacer antes: “Ruégote que me muestres tu gloria”. Pero, ¿fue rechazado? ¿Lo reprendió Dios por su pretensión? A la tercera vez la respuesta divina fue: “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro”. Dios le prometió a Moisés mostrarle tanto de la gloria divina como pudiera soportar su estado mortal actual.CT 119.4

    ¡Oh maravilla de condescendencia divina! Esa mano que hizo los mundos toma a este hombre de poderosa fe y lo oculta en la hendedura de la peña, mientras la gloria de Dios y toda su benignidad pasan delante de él...CT 119.5

    El intelecto más brillante, el estudio más fervoroso, la más alta elocuencia, nunca podrán sustituir la sabiduría y el poder de Dios en aquellos que llevan responsabilidades en relación con su causa... Dios ha hecho provisión para que el hombre tenga toda la ayuda que solamente él puede dar. Si el hombre permite que su trabajo lo apremie, empuje y confunda, de manera que no tenga tiempo para el pensamiento devocional ni para la oración, cometerá errores. Si Cristo no levanta el estandarte contra Satanás, el enemigo vencerá a los que están empeñados en la obra importante para este tiempo.—Manuscrito 6, 1879.CT 119.6

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