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El Cristo Triunfante - Contents
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    Busca la verdad bíblica a cualquier precio, 12 de marzo

    “Pues este es el amor a Dios, que guardemos su mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”. 1 Juan 5:3.CT 80.1

    Fue ciertamente un gran sacrificio el que hizo Cristo en favor del hombre al morir por él en la cruz. ¿Qué estamos dispuestos nosotros a sacrificar por su amor? Cristo dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. No se trata de seleccionar uno, dos o nueve, sino los diez; debemos guardar todos sus mandamientos. Juan, al referirse a los que pretenden amar a Dios sin obedecer sus requerimientos, dice lo siguiente: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”. “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.CT 80.2

    Es posible que digas, ¿crees que todo el mundo intelectual está equivocado y que ese grupo pequeño, una tremenda minoría, que parecen indoctos y comunes, son todos los que se van a salvar? Respondo, Jesús estaba entre los pobres de la tierra. No se unió a los doctos rabinos o príncipes. No se lo encontró junto a los potentados de la tierra, sino entre los humildes. La verdad nunca se encontró en la mayoría. Siempre se la encontró en la minoría.CT 80.3

    Los ángeles del cielo no descendieron a la escuela de los profetas ni cantaron sus himnos en el templo o las sinagogas, sino a los seres humanos que eran lo suficientemente humildes como para recibir el mensaje. Cantaron las alegres nuevas del Salvador en las llanuras de Belén, mientras los grandes hombres, los dirigentes y los honorables, quedaban en tinieblas, porque estaban perfectamente satisfechos con su situación y no sentían necesidad de una piedad mayor de la que tenían. Los maestros en las escuelas de los profetas, los escribas, los sacerdotes y los gobernantes, fueron los mayores perseguidores de Cristo. Todos los que hicieron gran ostentación de poseer luz espiritual fueron los que despreciaron, rechazaron y crucificaron a Jesús.CT 80.4

    Los grandes hombres y mujeres y quienes profesan ser sumamente buenos, pueden llevar a cabo obras terribles impulsados por su fanatismo y por lo exaltado del cargo que ocupan, y vanagloriarse al mismo tiempo de que están sirviendo a Dios. No conviene confiar en ellos. Usted y yo necesitamos a cualquier precio la verdad bíblica. Como los nobles bereanos, queremos escudriñar cada día las Escrituras con ferviente oración, para conocer la verdad, y entonces obedecerla, cueste lo que costare, sin hacer caso de la opinión de los hombres grandes o buenos. Si la verdad está en la Biblia, la podremos encontrar como lo hicieron los buenos y grandes hombres y mujeres que pisaron este mundo. Que Dios nos ayude a ser sabios para la salvación, es mi oración.—Carta 35b, 1877.CT 80.5

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