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Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio - Contents
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    Capítulo 30—A dos asistentes de Elena G. de White

    Carta a W. F. C.*El hermano W. F. C. y Fannie Y eran empleados de Elena de White, primeramente en Melbourne y más tarde en Cooranbong, Nueva Gales del Sur, Australia. En 1895 la señora de White y su grupo de trabajo vivían y trabajaban en carpas mientras se construía Sunnyside, la residencia permanente.—Esta mañana, cuando regresaba de la propiedad escolar, vi su caballo atado a un árbol frente a la carpa que ocupa Fannie Y. Después de cierto tiempo, fue a la carpa. Una dama de Newcastle y Jessie Israel habían ido a visitar a Fannie. Ud., sentado, escribía a máquina. ¿Por qué no se llevó de una vez la máquina de escribir a la carpa comedor? ¿Qué impresión puede causar en la mente de la joven que había venido a visitar la escuela? La impresión dada no fue, de modo alguno, favorable.TCS 230.1

    La libertad que Ud. se toma con las mujeres jóvenes es impropia, pero ha llegado a ser tan natural y común, que no le da importancia. La Palabra de Dios le dice que Ud. debe abstenerse hasta de la apariencia de mal, pero, ¿lo hace? Ud. es un hombre casado, tiene una esposa y dos varoncitos a quienes ha dejado en los Estados Unidos, y esto debería ser suficiente, sin necesidad de insinuación alguna, para que Ud. cultive sobriedad y cuidado en sus asociaciones con otros... Le escribo porque Ud. está engañando a Fannie, y ella está, aparentemente, totalmente ciega e infatuada...TCS 230.2

    El tratar de buscar la compañía de Fannie, como lo hizo en Melbourne, no solamente ha dado evidencia de apariencia de mal, sino que ha procedido mal. A Ud. le gustaba eso, pero debería tener suficiente discernimiento como para entender que, por su proceder, estuvo animando a otros a seguir la misma senda.TCS 231.1

    Estoy por ir a Tasmania, y Ud. y Fannie se quedarán en Avondale. Luego de mi ausencia se sentirán más libres para hacerse compañía, pues no estaré aquí para vigilar las cosas. Temo que termine deshonrando la verdad por su familiaridad. Decididamente protesto en contra de esto. Manténgase alejado de la carpa de Fannie, de lo contrario se originará un escándalo.—Carta 17, 1895, (6 de septiembre de 1895).TCS 231.2

    Otra amonestación a W. F. C—He estado recibiendo muy poca ayuda de Fannie por muchos meses, no porque ella no pueda trabajar, sino porque su asociación con Ud. la ha conducido a tener una experiencia que la inhabilita para hacer cosa alguna relacionada con mi obra...TCS 231.3

    Hay otro asunto que me preocupa mucho: y son sus visitas a Fannie en su carpa. Ya he tomado la decisión que Uds. dos no pueden trabajar juntos. Ud. es un hombre casado, padre de dos niños. Aun si su esposa hubiera obtenido el divorcio, ello no lo deja libre para volver a casarse, de acuerdo con lo que leo en mi Biblia...TCS 231.4

    Antes de irme debo establecer algunas reglas. No hay invitación para que W. F. C. visite la carpa de Fannie. Fannie no ha estado trabajando ordenadamente este último tiempo. La causa de ello es, principalmente, su asociación con Ud. Sé que esto es así y por lo tanto le digo: manténgase alejado de su carpa. En mi ausencia, Ud. sentirá que tiene la mejor oportunidad para estar en su compañía cuando le plazca. No puedo irme sin advertirle y encargarle que se guarde de Ud. mismo. No quisiera atraer reproche sobre mi persona, ni sobre esta comunidad debido a hábitos y prácticas imprudentes y descuidados.—Carta 19, 1895, (septiembre de 1895).TCS 231.5

    Carta a Fannie Y—He estado considerando su caso en relación con W. F. C., y no tengo otro consejo para darle que el que ya le he dado. Considero que Ud. no tiene derecho moral para casarse con W. F. C.; él tampoco tiene derecho moral para casarse con Ud. Dejó a su esposa luego de una gran provocación. Dejó a quien había prometido, delante de Dios, amar y proteger mientras ambos vivieran. Ella obtuvo el divorcio recientemente. Cuando aún era su legítima esposa, él la dejó durante tres años; luego la dejó de corazón y le expresó su amor a Ud. El asunto fue negociado durante mucho tiempo entre Ud. y un hombre casado, cuando él estaba legalmente unido a la esposa con quien tiene dos hijos.TCS 232.1

    No veo partícula alguna de lenidad en las Escrituras que les proporcione a ninguno de los dos la posibilidad de casarse, aunque la esposa de W. F. C. haya obtenido el divorcio. Debido a la provocación que él le causara, fue mayormente su proceder lo que trajo tal resultado y no puedo ver, bajo ninguna luz favorable, que él tenga derecho legal para unir sus intereses con los suyos, ni Ud. con los de él. Pero hay algo que está definido: No puedo asociarme con ninguno de Uds. si dan el paso, porque veo el asunto a la luz de las Escrituras, y ella condenan esa unión. Quisiera, pues, que ambos entiendan que, de acuerdo con la luz que Dios me ha dado relacionada con el pasado y el presente, no puedo pensar en emplearlos a ninguno de los dos si dan el paso hacia la unión.TCS 232.2

    Estoy asombrada de que ni siquiera por un momento Ud. haya reflexionado en su conducta, y deposite su afecto en un hombre casado que abandonó a su esposa y a sus hijos. Le aconsejo que exponga sus ideas y planes ante los que ocupan responsabilidades para recibir el consejo de ellos, y les dé la oportunidad de mostrarle, de acuerdo con la Ley de Dios, el error en el cual ha caído. Ambos han quebrantado la ley solamente con pensar que pueden unirse en matrimonio. Debieron haber rechazado la idea cuando surgió, ante la primera sugerencia.—Carta 14, 1895, (23 de noviembre de 1895).TCS 232.3

    Carta a James Edson White—Surgió en mí la angustia a causa de otros asuntos que se estaban desarrollando y haciéndose manifiestos, y que me produjeron una terrible tensión. Se trata de la intimidad entre W. F. C. y [Fannie]. Les he hablado de todos los peligros que pueden correr, pero ellos los niegan a todos. Sin embargo, en las reuniones que se realizaron en Melbourne, Fannie reconoció que amaba a W. F. C., y que él la amaba a ella. Traté de presentarles el asunto con todas sus implicaciones. La esposa de W. F. C. vive. Recientemente obtuvo el divorcio. El la dejó y se fue durante tres años. Fannie me dijo que ella ha estado orando para que, si era correcto, pudiera casarse con W. F. C. porque su esposa podría obtener el divorcio. ¡Qué ceguera les sobreviene a quienes comienzan a apartarse del proceder correcto! Ambos han llegado a pensar que pueden unirse en matrimonio y que, unidos, también podrán llevar adelante el trabajo conmigo. Suponen que la administración de todos mis asuntos podría estar en sus manos. Les dije que no. Tal paso los separaría de mí para siempre, puesto que W. F. C. no tiene derecho moral [para casarse].—Carta 123a, 1895, (9 de deciembre de 1895).TCS 233.1

    Tercera apelación a W. F. C—Me siento muy acongojada cuando me pongo a recordar lo pasado, y por las informaciones que recibo por medio del Espíritu de Dios. Tengo un mensaje bien definido para Ud., hermano C. Hace sólo un par de años recibí luz particular sobre su caso y el de su familia. Me fue mostrado entonces que la actitud que Ud. manifestaba en su vida familiar era poco cristiana. Ud. comenzó su vida matrimonial aceptando un día de reposo falso y navegando bajo falsa bandera. Una esposa que es obtenida vendiendo principios de verdad, no puede proveer paz y dicha al comprador. Dios fue deshonrado por su decisión en este asunto, y su verdad fue hollada en el polvo.TCS 233.2

    Cuando Ud. abandonó el sábado por su esposa, ella se regocijó por la victoria, y lo propio hizo Satanás. Pero cuando ella comprobó que había un hombre que estaba dispuesto a vender a su Señor por ella, ya no pudo mirarlo a Ud. ni honrarlo como una esposa debe honrar a su marido. Cuando bajo esas circunstancias ella se casó con Ud., no distinguía entre un amor de origen celestial y uno de origen terrenal. Un hombre que está dispuesto a sacrificar su amor por el Padre celestial a cambio de una mujer, puede también vender a su mujer por otra. Este amor es de baja calidad, es de esta tierra, y nunca podrá soportar la prueba.TCS 233.3

    El Señor no corrige las leyes de su gobierno, que controlan a sus súbditos en este mundo y en el universo celestial. Las leyes naturales tienen que ser obedecidas. Pero Ud. estaba tan determinado a conseguir a su esposa, que quebrantó la Ley de Dios abandonando el sábado; y ahora está cosechando exactamente lo que sembró.TCS 234.1

    Después de casarse, volvió a aceptar el sábado. Esta era la decisión que debía haber tomado sinceramente y en el temor de Dios. Cristo dice: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré... El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará”. Juan 14:21, 23.TCS 234.2

    Ud. se hizo de una esposa bajo una promesa que posteriormente quebrantó. Pagó por ella un precio muy alto, y cuando faltó a su palabra, le dio todas las razones para que ella fuera tentada. De esa manera, Satanás tuvo todas las oportunidades para engañarla, y le presentó el asunto bajo su propia luz. Ud. sacrificó la verdad y vendió su lealtad a Dios para obtener una esposa, pero luego de comenzar otra vez a guardar el sábado, su proceder en relación con su esposa debería haber sido enteramente diferente del que había seguido. Debería haberle manifestado ternura, paciencia y amor como lo había hecho antes de su casamiento. Pero no lo hizo. No siguió un curso de acción que le permitiera mantener su amor hacia ella. Yo misma no puedo tenerle confianza como cristiano y, de acuerdo con el desarrollo actual de las cosas, no puedo dar mi consentimiento para que Ud. sea miembro de iglesia alguna.TCS 234.3

    Ud. pensaba que, una vez casado, podría hacer lo que le diera la gana. Esto amargó su vida matrimonial y le dio a su esposa razones para rechazar la idea de dejar su casa y volver con Ud. a este país. La aceptación por su parte de puntos de vista fanáticos no lo ha favorecido en nada, y le dio a su esposa la oportunidad de fortalecerse contra los principios de la verdad.TCS 235.1

    Ud. ha estado lejos de su casa por años. Cometió un error contra de su familia al dejar su casa como la dejó. Me dijo que nunca, jamás, se humillaría regresando. Pero el Señor me ha hecho conocer todo este asunto. Yo sé que su situación no podrá aclararse delante de Dios hasta que haga todo lo posible para reconciliarse con su esposa. Ud. tiene una tarea que realizar por su familia, y no puede dejar de hacerla. Esto mismo se lo dije en septiembre. Sea cual fuere la posición que haya adoptado su esposa, o la conducta que haya seguido, descuidada o livianamente, ello no lo excusa para dejar de hacer la parte que le corresponde como padre de sus hijos. Tiene que regresar a su casa y hacer todo lo que está de su parte para sanear la brecha que, como profeso creyente en la verdad, ha producido, mucho mayor de la que produjo su esposa.TCS 235.2

    Aunque su esposa haya obtenido el divorcio, cuando Ud. depositó su amor en otra mujer, quebrantó el séptimo mandamiento. Pero ha hecho algo peor que esto. Comenzó a amar a otra mujer antes que su esposa obtuviera el divorcio, y llegó a decir a alguien: “Cuán difícil es estar atado a una mujer a quien no amo cuando hay una a quien amo, y ella siente lo mismo por mí”.TCS 235.3

    Su proceder no fue abierto y franco cuando estuvo viviendo con mi familia. Las transacciones entre Ud. y la persona en la cual ha centrado su afecto, se llevaron a cabo bajo falsedad y engaño. So capa de una falsa pretensión, se llevaban a cabo planes secretos. El Señor me reveló estos asuntos y traté de cambiar el orden de las cosas, pero la carga que pesaba sobre mi alma no fue, para Ud. ni para otros, de valor alguno. Por ese mismo tiempo Ud. estaba dando estudios bíblicos, y ocupando un lugar prominente en la obra de la iglesia. Mi consejo y parecer en relación con esta importante decisión no fueron requeridos. Si hubiera sido consultada, me habría ahorrado mucho del dolor que sentí después.TCS 235.4

    Cuando le hablé acerca de la libertad que Ud. se tomaba con mujeres jóvenes, y le dije que no podría tenerlo con mi familia mientras estuviera en Tasmania, Ud. dijo que siempre había sido una persona sociable con las jóvenes, y nunca pensó que hubiera algo malo en ello. Le respondía que sabía que estaba mal esa libertad, y que no me sentía justificada si lo dejaba con mi familia mientras estuviera ausente.TCS 236.1

    Cuando le dije que no podría permanecer con mi familia, Ud. dijo que, una vez arregladas sus cuentas (lo que le tomaría una semana), se iría. Pero el asunto se prolongó, o fue objeto de negligencia, hasta cerca de dos semanas antes de nuestro regreso de Tasmania; luego, en julio, nos fuimos a Cooranbong.TCS 236.2

    Este asunto no puede seguir así. No quiero que se piense mal por alejarlo de su casa y de su familia. Pienso que, por cierto, fue un error haberlo traído a casa. Lo hice para ayudarlo, pero no quisiera que otros entendiesen que lo consideramos un hombre digno de unirse a la sagrada tarea que el Señor me ha encomendado. No quisiera que este asunto se entendiera así, pues ello me coloca en una posición desfavorable.TCS 236.3

    No puedo aparecer como justificando su conducta en relación con su vida matrimonial. El abandonar a su esposa y su familia es una ofensa a Dios, y debo presentar el asunto como es ante el presidente de la asociación, el pastor Williams. Yo esperaba que, cuando Ud. se diera cuenta de su engaño, se arrepentiría de su conducta con el arrepentimiento del cual no hay que arrepentirse. Pero la experiencia en Armadale y la carga que tuve que llevar, hizo que sufriera mucho, y me fueran revelados más plenamente asuntos relacionados con su vida pasada... Ud. pensó que podría recibir credenciales de ministro del evangelio pero, si se las hubieran extendido, habrían traído reproche sobre la causa de Dios. Ud. se presenta como alguien que ha cometido errores, pero su esposa es la que cometió los mayores errores. No obstante, ella nunca debería haber sido tratada como Ud. la ha tratado. Ud. procedió de tal manera con sus pequeños, que a su esposa no le podía sino causar extrañeza. El corazón de ella fue herido, magullado, y quedó prácticamente atontada por su gobierno despótico y dominante al disciplinar a sus hijos.TCS 236.4

    Después de dejar a Fannie, Ud. centró sus afectos en otra mujer. Esto revela lo que puede hacer si se le presenta la oportunidad. Ud. galantea a las jóvenes y de esa manera obtiene su amor, pues si quiere, sus maneras pueden ser atractivas y llenas de gracia. Cuando estas cosas pasaron delante de mí, me sentí indignada. No puedo ni podré guardar silencio sobre este asunto. Determiné que le quitaría el velo a un hombre que no tiene principios. Sus ideas acerca de lo que debería ser un cristiano son tan desemejantes a los principios expuestos en la Palabra de Dios, que no debe confiársele responsabilidad alguna en relación con la causa de Dios.—Carta 18, 1896, (9 de abril de 1896).TCS 237.1

    Carta a I. N. Williams, presidente de la Asociación de Pennsylvania [de la cual era miembro W. F. C.]—Nos hemos sentido muy atribulados en relación con el hermano W. F. C., que espera regresar a los Estados Unidos en el barco de este mes. Ha revelado inclinación por la compañía de mujeres jóvenes, mucha jovialidad y se conduce como un muchacho. Hace aproximadamente un año, por sugerencia de mi hijo, W. C. White, lo empleé para escribir a máquina con Fannie Y; ella le leía el manuscrito. Pronto me sentí preocupada. Vez tras vez recibí observaciones. Le hablé acerca de la libertad y el placer que manifestaba en la compañía de mujeres jóvenes, de su conducta frívola, pero me dijo que siempre había sido sociable con las jóvenes, y que pensaba que no había nada malo en ello.TCS 237.2

    Queríamos ayudarlo, pues no tenía dinero y no andaba bien de ropa. Posee buenas cualidades y podría haberse desarrollado como un competente ayudante de W. C. [White], o para mí misma. Pero no me atrevo a seguir teniéndolo como miembro de mi equipo.TCS 238.1

    Comenzó a ligarse mucho a Fannie Y, y el asunto se mantuvo engañosamente antes que supiera que su esposa había obtenido el divorcio. Luego de saberlo, se sintió muy aliviado, pues su corazón se enajenó totalmente por ella. Pero el Señor me proporcionó iluminación sobre el asunto. Considero que él tiene mayor culpa que su esposa, porque él afirma creer las verdades sagradas, pero ella no. No ha sido un esposo bondadoso, cariñoso; no ha sido paciente y sufrido cuando su esposa lo desagradaba en algo. No puedo ver cómo su esposa, en contacto con tal temperamento y disposición, podría haber sido atraída a la verdad. Ella se le ha opuesto y le ha hecho difíciles las cosas, pero nunca tanto como él por su manera de conducirse. Por su parte, él no ha sufrido pacientemente la oposición como debería sufrirla un cristiano. Hizo mal al abandonar a su esposa e hijos. Hace algunos meses llegué a saber que no ha hecho nada para mantenerlos.TCS 238.2

    Conforme me fueron presentadas las cosas, ha sido un asunto muy serio permitir que sus afectos se centraran en otra mujer, cuando su esposa aún vive, y él prometió amarla y protegerla mientras ambos vivieran. La razón por la que abandonó a su familia durante tanto tiempo es un misterio para todos nosotros aquí, hasta que, recientemente, recibí iluminación divina.TCS 238.3

    El puede parecer muy atractivo, y ganar la confianza y el favor de las muchachas, pero cuando lo contrarían, revela un temperamento y una disposición que, a menos que cambie, ninguna mujer creyente o no creyente podría vivir pacíficamente con él. Se comporta de tal manera que haría miserable a cualquier mujer. Es intemperante en el comer, y ésta es la razón por la cual tiene tan poca paciencia.TCS 238.4

    Siento que ha llegado el tiempo cuando no puedo emplearlo más para llevar a cabo mis trabajos, el Señor me ha dado más advertencias respecto de su conducta.TCS 238.5

    Si fuere necesario, podré enviarle más informaciones relacionadas con el asunto. Le ruego que me escriba, informándome acerca de los hechos relacionados con la familia que está allí, tanto cuanto Ud. sepa. Ayude a W. F. C., si le es posible, para poner las cosas en orden y quitar el reproche que pesa sobre la causa de Dios. Aunque su esposa se haya casado nuevamente, es posible que él aún pueda hacer algo por los niños.—Carta 104, 1896, (12 de abril de 1896).TCS 239.1

    Carta a G. C. Tenney y su esposa—El asunto entre Fannie Y y el hermano W. F. C. comenzó en la reunión campestre realizada en Melbourne [enero de 1894]. Entonces, ella se enamoró de un hombre casado con dos hijos. Negó enfáticamente que existía afecto entre ella y el hermano C. En mi presencia y en mi carpa afirmó que no había nada de cierto en cuanto a lo que se decía. El año que siguió a esto, no me sirvió para nada; era como un peso muerto, pesado...TCS 239.2

    El asunto entre Fannie y W. F. C. se mantuvo durante toda la reunión campestre de Armadale. Hablé con ellos separadamente y les dije que el Señor tenía una controversia con ambos. Pero negaron que hubiera tal afecto entre ellos. Yo sabía bien cómo era el asunto, pero el Señor me asistió para hacer algo durante las reuniones. Justamente antes que terminaran las reuniones, Fannie vino a verme y me dijo: “Hermana White, vengo a Ud. como a una madre. Quiero al hermano C con todo mi corazón, y mi corazón se ha quebrado. En tres ocasiones se me presentó esta copa de felicidad, pero fue rechazada”. Continuó luego: “He estado orando para que, si está bien que nos casemos, que su esposa obtenga el divorcio; y pocas semanas antes ella obtuvo el divorcio. ¿No cree Ud. que el Señor escuchó mi oración?” No me atreví a hablar con ella porque ese día tenía que hablar ante una congregación numerosa. Si la hermana Prescott está en Battle Creek, ella podrá contarle los detalles.TCS 239.3

    Ahora bien, desde entonces corté con Fannie para no tener relación con ella nunca más. Pero poco después, Fannie estuvo en Sydney y me envió otra confesión en forma escrita. Pensé que no debería emplearla de nuevo, pero el Espíritu del Señor reposó sobre mí y me dijo: “Dale otra oportunidad”. Así que decidí verla y decirle que la tomaría de nuevo. Así lo hice y permaneció conmigo durante varias semanas, pero no le era posible llevar a cabo las tareas. Finalmente decidió volver a casa de su madre. Entonces le dije que podía sentirse libre de hacerlo.—Carta 114, 1897, (1 de julio de 1897).TCS 240.1

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