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GUARDANDO EL HENO MV 137

El proceso de recuperación continuó a un paso firme pero lento. El jueves y viernes, 18 y 19 de julio, fueron días ocupados para Jaime White, porque era la época de guardar el heno. Hizo arreglos con los vecinos para cortar el heno, y esperaba invitarlos para que le ayudasen a guardarlo. Pero Elena vio que se presentaba una buena oportunidad para inducir a su esposo a que estuviera más activo físicamente. Mientras el heno se estaba secando, ella se escurrió y visitó a los vecinos. Haciendo preguntas se enteró que ellos estaban presionados con su propio trabajo, pero que estaban planeando ayudar a Jaime a guardar su heno. A cada uno de ellos le dijo: “Cuando él lo llame, dígale lo que usted me acaba de decir, que está presionado con su propio trabajo y que no es conveniente que lo abandone, ya que si lo hace sufrirá pérdidas” (ver 2LS, p. 357). Los vecinos estaban renuentes a hacer esto, pero cuando ella les explicó su plan de animar a Jaime a estar más activo físicamente, accedieron a cooperar. La historia se cuenta en diferentes lugares, pero he aquí el relato según se registra en el libro Life Sketches, de Jaime y Elena White, publicado en 1888: MV 137.2

Cuando se hizo el llamado en busca de ayuda, todos los vecinos se declararon demasiado ocupados como para responder. Era necesario guardar el heno inmediatamente, y el pastor White estaba sumamente chasqueado. Pero la Sra. White no se sentía desanimada en absoluto; resueltamente dijo: “Mostremos a los vecinos que nosotros mismos podemos atender el trabajo. Willie y yo rastrillaremos el heno y lo meteremos en el carro, si tú lo amontonas y manejas los animales”. Él consintió, pero ¿cómo harían el almiar? MV 137.3

La granja era nueva, y no tenían granero. La Sra. White se ofreció a armar el almiar, si su esposo lanzaba el heno, mientras Willie rastrillaría para otra carga (Ibíd.). MV 137.4

Algunos de los vecinos, cuando pasaban cerca, estaban sorprendidos al ver a Elena de White, la mujer que hablaba cada semana a una casa llena de gente, pisoteando el heno y armando el almiar. Al informar sobre sus actividades durante esta semana, Jaime escribió: “He trabajado diariamente de seis a doce horas, y he disfrutado de un sueño bendito de seis a nueve horas cada noche... Mi trabajo ha sido juntar el heno, arar, nivelar el terreno alrededor de la casa, limpiar con la azada, y colocar las alfombras” (RH, 30 de julio, 1867). MV 138.1

Los días transcurridos en su nueva y espaciosa casa en Greenville marcaron la recuperación gradual de Jaime desde que estaba tan débil que no podía transportar un bolso o un reloj, hasta que pudo emprender un ministerio activo y agresivo. Años más tarde Elena comentó: MV 138.2

Mi esposo vivió una cantidad de años después de su restauración, y durante ese tiempo llevó a cabo la mejor obra de su vida. ¿No constituyen esos años adicionales de utilidad una recompensa incalculable por los 18 meses pasados en cuidados afanosos? (2MS, p. 355). MV 138.3