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ELENA DE WHITE DA LOS SIGNOS SECRETOS MV 300

La Sra. White hablo muy seriamente de los peligros de su conexión con la francmasonería, advirtiendo que “a menos que él cortase cada lazo que lo ata a estas asociaciones, perdería su alma”. Le repitió palabras habladas por su guía. Entonces, haciendo cierto movimiento con su mano que había sido hecho por su guía, ella dijo: “No puedo contar todo lo que me fue dado” (Carta 46, 1892). MV 300.2

Ante esto, Faulkhead se sobresaltó y empalideció. Contando más tarde el incidente, escribió: MV 300.3

Inmediatamente después me dio este signo. La toqué en el hombro y le pregunté si sabía lo que había hecho. Me miró sorprendida y dijo que no había hecho nada inusual. Le dije que me había dado el signo de un Caballero Templario. Bien, ella no sabía nada acerca de eso” (DF 522a, carta de N. D. Faulkhead, 5 de octubre, 1908). MV 300.4

Ellos siguieron hablando. Ella habló aún más de la francmasonería y de la imposibilidad de que un hombre sea al mismo tiempo un francmasón y un cristiano sincero. Nuevamente hizo cierto movimiento que “mi ángel ayudante me lo hizo a mí” (MS 54, 1899). MV 300.5

Nuevamente el Sr. Faulkhead se sobresaltó y su rostro empalideció. Por segunda vez ella había hecho un signo secreto conocido sólo por la orden más elevada de los masones. Era un signo que ninguna mujer podía conocer, porque se lo guardaba en la reserva más estricta: el lugar de la reunión era custodiado tanto adentro como afuera contra los desconocidos. “Esto me convenció de que el testimonio de ella era de Dios”, declaró él (Ibíd.). MV 300.6

Hablando más de su reacción a esto, él escribió: MV 300.7

Puedo asegurarle... que esto me hizo sentir muy raro. Pero, como había dicho la Hna. White, el Espíritu del Señor había descendido sobre mí y tomado posesión de mí. Ella siguió hablando y leyendo como si nada hubiera ocurrido, pero yo noté cómo su rostro se iluminó cuando yo la interrumpí nuevamente y le hablé acerca del signo. Parecía sorprendida de que me había dado un signo como ese. No sabía que había movido su mano. Inmediatamente cruzó por mi mente la declaración que le había hecho al Hno. Stockton de que el testimonio tendría que ser sumamente fuerte antes de que pudiese creer que ella tenía un mensaje para mí procedente del Señor” (DF 522a, Carta de N. D. Faulkhead, 1908). MV 300.8

Cuando la Sra. White terminó de leer, había lágrimas en los ojos del hombre. Él dijo: MV 301.1

Acepto cada palabra. Todo esto es para mí... Acepto la luz que el Señor me ha enviado por su intermedio. Actuaré en base a ella. Soy miembro de cinco logias y otras tres logias están bajo mi control. Hago las transacciones de todos sus negocios. Ahora no asistiré más a sus reuniones, y concluiré mis relaciones comerciales con ellas tan rápi-damente como sea posible (Carta 46, 1892). MV 301.2

También declaró: “Estoy tan contento que usted no me envió ese testimonio, porque en aquel entonces no me habría ayudado” (MS 54, 1899). MV 301.3

El hecho de que usted misma haya leído la reprensión ha tocado mi corazón. El Espíritu del Señor me ha hablado por su intermedio, y acepto cada palabra que usted me ha dirigido especialmente a mí; los asuntos generales también se me aplican a mí. Todo esto se refiere a mí. Acepto lo que usted ha escrito respecto a mi conexión con los francmasones... Yo he acabado de tomar la orden más alta en la francmasonería, pero cortaré mi conexión con todos ellos (Carta 21b, 1892). MV 301.4

Cuando el Sr. Faulkhead dejó el cuarto de Elena de White, era tarde. Tomó el tranvía hacia la estación de ferrocarril, y mientras ascendía por la Calle Collins pasó frente al salón de la logia. Repentinamente se dio cuenta que debería haber estado allí asistiendo esa misma noche al campamento de los Caballeros Templarios. Cuando se acercaba a la estación, vio que el tren para Preston se estaba alejando, de modo que se vio obligado a caminar el resto de su viaje a la casa. Eligió una ruta no frecuentada para poder tener la oportunidad de meditar. Disfrutó mucho de la caminata porque había tenido una experiencia nueva. Deseaba grandemente encontrarse con Daniells, Starr o W. C. White y decirles que era un nuevo hombre, y cuán libre y feliz se sentía en su decisión de cortar su conexión con todas las sociedades secretas. Le pareció que una tonelada de peso había caído de sus hombros. ¡Y pensar que el Dios que rige el universo y guía los planetas había visto su peligro y enviado un mensaje solamente para él! MV 301.5