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TASMANIA MV 333

Se eligió el tiempo para la boda como para que coincidiese con una convención que debía celebrarse en Hobart, Tasmania. La convención, de acuerdo con un anuncio en el Bible Echo, sería la primera reunión de ese tipo que se conduciría en esa colonia. Se realizaría en Hobart, del 26 de abril al 6 de mayo de 1895, e incluiría instrucción sobre los deberes de los oficiales y de los miem-bros de iglesia, mensajes por la noche sobre libertad religiosa, lecciones sobre diversas ramas de la obra misionera, e instrucción práctica dada por la Sra. White. MV 333.6

May Lacey, acompañada por Elena de White y algunas integrantes de su personal, viajaron por tren desde Norfolk Villa, cerca de Sydney, a Melbourne, y luego por barco, arribando a Launceston, Tasmania, el miércoles 17 de abril por la mañana. Las viajeras fueron llevadas al hogar de los Rogers para el almuerzo, y a media tarde tomaron el tren hacia el sur, 200 kilómetros (125 millas) hasta Hobart. Eran las 9:00 de la noche cuando llegaron. Fueron recibidas por el padre de May, David Lacey, y varios miembros de la familia, y llevadas al hogar confortable y hospitalario de los Lacey en Glenorchy, justo al norte de la ciudad. MV 333.7

En sus años más jóvenes, David Lacey había tenido el puesto de comisionado policial británico en Cuttack, en la India, cerca de Calcuta. Allí nació May. Ella asistió a la escuela en Londres, y al jubilarse su padre se unió a la familia en Tasmania. Cuando llegaron colportores a Hobart con Thoughts on Daniel and the Revelation (Pensamientos sobre Daniel y el Apocalipsis), la familia se relacionó por primera vez con los Adventistas del Séptimo Día. El cuidadoso trabajo de seguimiento de los evangelistas Israel y Starr condujo a toda la familia a la iglesia, el padre y la madre Lacey y los cuatro hijos, Herbert Camden, Ethel May, Lenora y Marguerite. La madre murió en 1890, y el padre estaba ahora casado con una viuda, la Sra. Hawkins, quien tenía cuatro hijas vivaces y dos hijos. Era una familia amante y estrechamente unida la que ese miércoles le dio la bienvenida a la hija May y a Elena de White. MV 334.1

Unos pocos días más tarde arribaron por barco los obreros de Nueva Zelanda, entre ellos W. C. White. Habían pasado tres meses desde que se había separado de su novia y de su madre en Granville en Nueva Gales del Sur, y ésta fue una reunión feliz. Como la convención no empezaría sino hasta el próximo fin de semana, se planearon reuniones para la pequeña iglesia adventista rural en Bismark en 1889. MV 334.2

Aunque se había planeado que la boda siguiese al viaje de tres meses de W. C. White a Nueva Zelanda, pudo efectuarse poca planificación en detalle, puesto que él y May estaban separados por tanta distancia. En realidad, cuando W. C. White llegó a Tasmania el 20 de abril, no sabía si el casamiento se realizaría en Tasmania o en el continente de Australia. En una carta a su hija Ella le contó qué ocurrió: MV 334.3

Cuando encontramos que su padre y sus hermanas deseaban que fuese allí, en su hogar, y que la Hna. Lacey y sus hijas deseaban unánimemente que tuviésemos la boda en Glenorchy, decidimos cumplir con su invitación y por lo tanto hicimos los arreglos para casamos el jueves de tarde, 9 de mayo de 1895 (7 WCW, p. 273). MV 334.4

Al escribirle a Ella acerca del feliz evento, el novio contó como el servicio fue efectuado por un ministro metodista, el Sr. Palfryman, un antiguo amigo de la familia Lacey. En esa área no había ningún ministro adventista calificado de acuerdo con las leyes de Tasmania. Todo salió bien. Las habitaciones en la casa de los Lacey se encontraban primorosamente decoradas con helechos y flores. Estaban presentes diez miembros de la familia y once amigas de la novia que eran huéspe des invitadas. Como estaban en un país británico, se casaron con el anillo de casamiento. Willie tenía 40 años y May, 21. MV 334.5

Después de la ceremonia de casamiento todos fueron conducidos al comedor, donde les estaba esperando una atractiva cena de bodas. Para las 6:00 se habían ido la mayoría de los amigos, y la novia y el novio se cambiaron sus ropas de casamiento. La novia terminó de preparar su equipaje, y su esposo asistió a la reunión de un comité. A las 8:30, con Elena de White, la pareja tomó el tren hacia el norte, rumbo a Launceston, en camino a la casa (Id., p. 274). Se pasó un fin de semana provechoso en Launceston, y los obreros en viaje se reunieron allí con los 17 observadores del sábado que acababan de bautizarse. Con los niños, había unas 40 personas en el servicio del sábado que escucharon a Elena de White hablar fluidamente del primer capítulo de 2 Pedro. También le habló al grupo el domingo (Carta 59, 1895). MV 335.1

El grupo viajero gozó de buen clima al salir de Launceston, pero en el océano abierto encontraron mares agitados, y llegaron a Melbourne dos horas y media tarde. Elena de White fue hospedada en la casa de los Israel y los recién casados, en la de los Faulkhead. La correspondencia procedente de Granville les informó del arribo desde Norteamérica, el 5 de mayo, de las dos hijas de W. C. White, Ella y Mabel. La cariñosa abuela escribió: “Se ha afirmado que ambas son hermosas, pero Mabel, dicen ellos, es muy hermosa. No las hemos visto por tres años y medio, de modo que deben haber cambiado grandemente. Estoy muy deseosa de verlas” (Carta 120, 1895). Pero la reunión con las niñas tuvo que esperar hasta que se completó el trabajo del comité en Melbourne, y rápidamente se hicieron compromisos de predicación para Elena de White en Melbourne y sus suburbios. MV 335.2

El miércoles 29 de mayo se terminó el trabajo del comité, y los tres White —Elena, W. C. y May— estaban en el tren rumbo a Sydney y al hogar en Granville. ¡Qué reunión feliz fue la de ese jueves cuando, después de más de tres años, Ella y Mabel abrazaron al Papá, a la Abuelita y a su nueva madre, May Lacey de White! MV 335.3

Unos pocos días más tarde Elena de White exclamó: MV 335.4

No se pueden imaginar cuán agradable es tener reunida a mi familia una vez más. No he visto hijas más capaces, bien dispuestas y obedientes que Ella May y Mabel... Parecen tener excelentes cualidades de carácter. W. C. White está más y más contento con su May. Ella es un tesoro (Carta 124, 1895). MV 335.5