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La comunión diaria con Dios CSI 382

Si mantenéis una comunión diaria con Dios, aprenderéis a estimar a los seres humanos como Dios los estima, y las obligaciones que descansan sobre vosotros de ser una bendición para la humanidad sufriente será cumplida de buena voluntad. No os pertenecéis a vosotros mismos, porque vuestro Señor tiene derechos sagrados sobre vuestros afectos supremos y los servicios más elevados de vuestra vida. Tiene derecho de utilizaros en vuestro cuerpo y espíritu, en la extensión máxima de vuestras capacidades, para su propio honor y gloria. No importa qué cruces tengáis que llevar, qué trabajos y sufrimientos os sean impuestos por su mano, debéis aceptarlos sin murmurar. CSI 382.1

Las personas por quienes trabajáis son vuestros hermanos que se encuentran en aflicción, que sufren de desórdenes físicos y de la lepra espiritual del pecado. Si sois mejores que ellos, debéis acreditarlo a la cruz de Cristo. Muchos viven sin Dios y sin esperanza en el mundo. Son culpables, corrompidos y degradados, esclavizados por las trampas de Satanás. Pero éstos son los que Cristo vino para redimir. Son el objeto de la más tierna piedad, simpatía e incansable esfuerzo, porque se encuentran al borde de la ruina. Sufren de deseos no satisfechos, de pasiones desordenadas y de la condenación de sus propias conciencias; son miserables en todo el sentido de la palabra, porque se están perdiendo esta vida y no tienen perspectiva de una vida futura. CSI 382.2