Es el deber de todo cristiano seguir el curso de acción que el Señor ha designado como correcto para sus siervos. Debe recordar siempre que Dios y la eternidad se encuentran ante él, y que no debe desentenderse de su salud espiritual y física, aunque su esposa, sus hijos o sus parientes lo tienten a hacerlo. “Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él”. 1 Reyes 18:21. CSI 564.3