Go to full page →

Capítulo 40—Ofrendas voluntarias CMC 209

Todo lo que hacemos debemos hacerlo voluntariamente. Debemos llevar nuestras ofrendas con gozo y gratitud, diciendo al entregarlas: De lo recibido de tu mano te damos voluntariamente. El servicio más costoso que podamos prestar resulta insignificante cuando lo comparamos con el don que Dios hizo a nuestro mundo. Cristo es un don cada día. Dios lo dio al mundo y benignamente toma los dones que ha confiado a sus instrumentos humanos para el adelantamiento de su obra en el mundo. En esta forma mostramos que reconocemos y aceptamos que cada cosa pertenece a Dios, en forma absoluta y total.—Manuscrito 124, 1898. CMC 209.1

Dios se deleita en honrar la ofrenda del corazón que ama, dándole la mayor eficacia en su servicio. Si hemos dado nuestro corazón a Jesús, le traeremos también nuestros donativos. Nuestro oro y plata, nuestras posesiones terrenales más preciosas, nuestros dones mentales y espirituales más elevados, serán dedicados libremente a Aquel que nos amó y se dio a sí mismo por nosotros.—El Deseado de Todas las Gentes, 46. CMC 209.2