Algunos dirán que ésta es una de las leyes rigurosas que pesaban sobre los hebreos. Pero ésta no era una carga para el corazón voluntario que manifestaba amor a Dios. Únicamente cuando la naturaleza egoísta se fortalecía por la retención de aquellos recursos, el hombre perdía de vista lo eterno y estimaba los tesoros terrenales más que las almas.—Joyas de los Testimonios 1:375. CMC 80.2