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Capítulo 15—Una cuestión de honradez CMC 82

Un espíritu mezquino y egoísta impide que los hombres den a Dios lo que es suyo. Dios ha establecido un pacto especial con los hombres, según el cual si éstos apartan regularmente la porción destinada a promover el reino de Cristo, el Señor los bendice abundantemente, a tal punto que no tendrán lugar para recibir sus dones. Pero si los hombres retienen lo que pertenece a Dios, el Señor declara llanamente: “Malditos sois con maldición”. Malaquías 3:9... CMC 82.1

Los que comprenden su dependencia de Dios sentirán que deben ser honrados con sus semejantes, y por sobre todo, deben ser honrados con Dios, de quien proceden todas las bendiciones de la vida. La desobediencia a los mandamientos positivos dados por Dios concernientes a los diezmos y las ofrendas, queda registrada en los libros del cielo como un robo perpetrado contra él. CMC 82.2

Nadie que sea deshonesto con Dios o con sus semejantes puede prosperar. El Dios altísimo, dueño del cielo y la tierra, dice: “No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica, ni tendrás en tu casa efa grande y efa pequeño. Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás, para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da”. Deuteronomio 25:13-15. El Señor vuelve a expresar su aborrecimiento de la falta de honradez por medio del profeta Miqueas: “¿Hay aún en casa del impío tesoros de impiedad, y medida escasa que es detestable? ¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa...? Por eso yo también te hice enflaquecer hiriéndote, asolándote por tus pecados”. Miqueas 6:10-13.—The Review and Herald, 17 de diciembre de 1889. CMC 82.3