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El gran pecado de los cristianos profesos CMC 130

Cada hombre, cualquiera sea su oficio o profesión, debería hacer de la causa de Dios su primer interés; no sólo debería ejercitar sus talentos para promover la obra del Señor, sino también debería cultivar sus habilidades para alcanzar este fin. Muchos dedican meses y años a la adquisición de un oficio o profesión a fin de llegar a ser obreros de éxito en el mundo; y sin embargo no realizan ningún esfuerzo especial para cultivar los talentos que podrían convertirlos en trabajadores de éxito en la viña del Señor. Han pervertido sus capacidades y han empleado mal sus talentos. Han manifestado menosprecio por su Maestro. Este es el gran pecado del pueblo profeso de Dios. Se sirven a sí mismos y sirven al mundo. Puede ser que tengan la fama de ser financistas astutos y exitosos; pero descuidan de acrecentar por el uso los talentos que Dios les ha dado para su servicio. La habilidad en el trato con el mundo se fortalece por el ejercicio, pero la habilidad espiritual se debilita por la inactividad.—The Review and Herald, 1 de enero de 1884. CMC 130.2