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Un poder vivificador COES 181

Maravillosas oportunidades pasan sin ser aprovechadas en nuestra obra de la escuela sabática. Que los hombres y mujeres que poseen dones variados entren en la obra y, en el temor de Dios, hagan lo mejor que puedan por salvar a la juventud. No se permita que aquellos que tienen un modo mecánico de hacer las cosas, tomen completamente a su cargo la escuela y la sometan a formas ceremoniosas; a costumbres rigurosamente exactas, y con todo, sofoquen su vida con un sinnúmero de reglamentos. Es esencial que haya orden, pero juntamente con nuestras leyes y reglamentos necesitamos mucho más conocimiento espiritual. Necesitamos un poder vivificador, un entusiasmo celoso, una verdadera animación, para que nuestras escuelas sean llenadas de un ambiente de verdadera piedad y pureza; para que haya verdadero progreso religioso; para que el temor de Dios llene la escuela, y el director y los encargados no se den por satisfechos con procedimientos muertos y formales, sino que pongan en juego todo medio posible para que la escuela llegue a ser la más noble y eficiente del mundo. Este debe ser el objeto y la ambición de cada obrero de la escuela. COES 181.1