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Los brazos extendidos de Cristo COES 200

El divino Maestro tiene paciencia con los errantes a pesar de toda su perversidad. Su amor no se enfría; sus esfuerzos para ganarlos no cesan. Con los brazos extendidos espera darles reiteradamente la bienvenida a los errantes, a los rebeldes y aun a los apóstatas. Su corazón es conmovido por la condición indefensa del niñito sujeto a trato rudo. El clamor del sufrimiento humano nunca llega en vano a sus oídos. Aunque todos son preciosos a su vista, la persona tosca, de mal genio, porfiada, despierta más hondamente su simpatía y amor, porque él rastrea de causa a efecto. El que es más fácilmente tentado, el que está más inclinado a errar, es el objeto especial de su solicitud. COES 200.1

Todo padre y todo maestro debe albergar los atributos de Aquel que se identifica con la causa del afligido, el sufriente y el tentado. Debe ser alguien que tenga compasión “de los ignorantes y extraviados, pues que él también está rodeado de flaqueza.” Jesús nos trata mucho mejor de lo que merecemos; y de la manera en que él nos ha tratado debemos tratar a los demás. No se justifica la conducta de ningún padre y de ningún maestro cuando es diferente de la que el Salvador manifestaría bajo circunstancias similares.—Testimonies on Sabbath School Work, 119-121. COES 200.2