Los jóvenes presentes se emocionaron cuando ella los desafió a enrolarse en el servicio de Cristo: EGWE 109.1
“Habrá que instruir a hombres jóvenes para que trabajen en estas ciudades. Tal vez nunca lleguen a presentar la verdad desde el púlpito, pero pueden ir de casa en casa, señalándole a la gente el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El polvo y la escoria del error han cubierto las preciosas joyas de la verdad; pero los obreros del Señor pueden desenterrar estos tesoros, para que muchos los contemplen con deleite y reverencia”.—Ibid. EGWE 109.2