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La bendición prometida por Dios CE 22

Hay una labor misionera que ha de ser hecha por medio de la distribución de folletos y periódicos y por el colportaje con nuestras diversas publicaciones. Nadie de vosotros piense que no puede ocuparse en esta obra porque es abrumadora, y porque requiere tiempo y pensamiento. Si necesita tiempo, dedíquenlo alegremente; y las bendiciones de Dios descansarán sobre ustedes. Nunca hubo un tiempo en que se necesiten más obreros que ahora. Hay hermanos y hermanas en todas nuestras filas que deben disciplinarse para dedicarse a esta obra; algo debe hacerse en todas nuestras iglesias para esparcir la verdad. Es deber de todos estudiar los diversos puntos de nuestra fe, para que puedan estar preparados para dar razón, con mansedumbre y reverencia, de la esperanza que hay en ellos.—The Review and Herald, 1 de abril de 1880. CE 22.3