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Trabajo enérgico CE 80

Los siervos de Dios han de ser “en lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”. El descuido y la ineficacia no son piedad. Cuando nos demos cuenta de que estamos trabajando para Dios, tendremos un sentido más elevado que el que jamás hemos tenido del carácter sagrado del servicio espiritual. Esta comprensión pondrá vida y vigilancia y perseverante energía en el cumplimiento de todo deber. La religión, la religión pura e inmaculada, es intensamente práctica. Nada sino el trabajo ferviente y enérgico tendrá valor en la salvación de los seres humanos. Hemos de hacer de nuestros deberes cotidianos actos de devoción, aumentando constantemente en utilidad, porque consideramos nuestra obra a la luz de la eternidad.—Carta 43, 1902. CE 80.1