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Una nueva creación, 18 de enero ELC 26

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. Salmos 51:10. ELC 26.1

Sea su oración a Dios: conviérteme en lo más íntimo.*De una carta de exhortación personal. Suplíquele a Dios que le dé el poder transformador de su gracia. Aférrese a su Salvador como lo hizo Jacob, hasta que Dios no sólo le revele lo que Ud. es, sino que se revele a sí mismo a Ud. y Ud. vea en Jesús una fuerza y sostén, brillo y poder que Ud. nunca antes advirtió ni comprendió. La salvación de su alma está en gran peligro, y ahora, le ruego, no engañe a su propia alma. Si su fe se aferra perseverantemente de las promesas, Ud. prevalecerá. Esa es la victoria que vence al mundo, nuestra fe. ELC 26.2

Mientras Ud. sea leal a sí mismo, ningún poder adverso de la tierra ni del infierno podrá destruir su paz ni interrumpir su comunión con Dios. Si Ud. teme a Dios, no necesita caminar con incertidumbre. Si Ud. agrada a Dios, con seguridad recibirá todo lo que necesita su alma. El lenguaje de un cristiano eminente fue: “No hay nada en el universo que yo tema, sino que no sepa todo mi deber, o que fracase en cumplirlo”... ELC 26.3

Defienda a Jesús, aunque le requiera cualquier sacrificio o desprendimiento. Defienda a Jesús; en cualquier lugar, en cualquier lugar defienda a Jesús. Haga toda su obra como si pudiera ver a través del velo y los ojos de Dios estuvieran dirigidos plenamente sobre Ud., captando cada acción. Él ha comprado a Ud. con su propia sangre y cuando Ud. necesite ayuda, demándela de él y la tendrá. Entonces es cuando Jesús lo defenderá a Ud. ELC 26.4

Su corta e incierta vida sea una preparación continua para la vida futura e inmortal. Se permite que la tentación nos sobrevenga para descubrir el carácter que poseemos y para mejorar nuestros defectos... ELC 26.5

Haga depender su alma impotente de Dios. Siga la luz que le es dada del cielo.—Carta 42, 1879. ELC 26.6