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Cooperación con el gran médico MM 110

La intemperancia y la impiedad aumentan por doquier. La obra de la temperancia debe comenzar en nuestro propio corazón. Y la tarea del médico debe comenzar comprendiendo las obras y las enseñanzas del Gran Médico. Cristo dejó los atrios celestiales para poder ministrar al enfermo y al doliente de la tierra. Debemos cooperar con el Jefe de los médicos, andando en toda humildad de mente delante de él. Entonces el Señor bendecirá nuestros resueltos esfuerzos para aliviar a la humanidad doliente. Esto no se hará con el uso de drogas venenosas, sino por el uso de remedios sencillos. Debemos tratar de corregir los falsos hábitos y prácticas, y enseñar lecciones de abnegación. La complacencia del apetito es el mayor mal contra el cual debemos luchar. MM 110.4

La verdad que el Señor Jesucristo trajo enseña que la humanidad, por medio de la obediencia a la verdad como es en Jesús, puede apropiarse del poder para vencer las corrupciones que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. El alma puede convertirse y transformarse a la semejanza de Cristo mediante una fe viviente en los méritos de Cristo. Los ángeles de Dios estarán al lado de los que con mente humilde aprendan diariamente las lecciones que Cristo enseñó.—Carta 140, 1909. MM 111.1

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