La experiencia de los que trabajaron para Dios en generaciones pasadas tiene lecciones que debemos aprender los que vivimos en este tiempo. Cuán poco conocemos los conflictos, las pruebas y las labores que soportaron estos hombres mientras se equipaban para hacer frente a los ejércitos de Satanás. Poniéndose toda la armadura de Dios, fueron capaces de hacer frente a las astucias de Satanás. MJ 24.2
Estos hombres que en tiempo pasado se entregaron a Dios y al engrandecimiento de su causa eran tan firmes en los principios como el acero. Eran hombres que no decaían ni se desanimaban; hombres que, como Daniel, estaban llenos de reverencia y celo por Dios, llenos de propósitos y aspiraciones nobles. Eran tan débiles e impotentes como cualesquiera de los que hoy están ocupados en la obra, pero ponían toda su confianza en Dios. Tenían riqueza, pero consistía esta en la cultura de la mente y el espíritu. Y puede tenerla cualquiera que dé a Dios el primero, el último y el mejor lugar en todas las cosas. Aunque estemos destituidos de sabiduría, conocimiento, virtud y poder, podemos recibir todo esto si queremos aprender de Cristo las lecciones que es nuestro privilegio aprender. MJ 24.3