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El principio de la paz 1MCP 182

No se ve inquietud en el hogar si Cristo es el principio de la paz que opera en su alma. Allí no hay falta de cortesía. Allí no hay aspereza ni lenguaje hiriente. ¿Por qué? Porque creemos que somos miembros de la familia real y actuamos como hijos del Rey celestial, unidos a Jesucristo por el más fuerte lazo de amor, ese amor que obra por la fe y purifica el alma. Usted ama a Jesús y está constantemente luchando para vencer todo egoísmo, y para ser una bendición, consuelo, fortaleza y un apoyo para las almas que él ha comprado con su sangre. 1MCP 182.4

No puedo ver por qué no debemos tratar de ser más fervientes en traer la paz de Cristo directamente a nuestra familia de lo que somos cuando trabajamos por los que no tienen una conexión viviente con nosotros; pero si tenemos la religión en el hogar, se extenderá fuera de él. La tendrán en todas partes. La llevarán consigo a la iglesia. La pueden llevar con ustedes cuando vayan al trabajo. Estará con ustedes dondequiera que estén. Lo que queremos es la religión en el hogar. Lo que necesitamos es el principio de la paz que controle nuestros espíritus y nuestra vida y carácter a la semejanza de la vida de Cristo que él nos dio como ejemplo.—Manuscrito 36, 1891. 1MCP 182.5