Los hábitos erróneos destruyen la autoestima, eliminan el dominio propio. Alguien así no puede razonar correctamente sobre los asuntos que más íntimanente le conciernen. Es descuidado e irracional en la forma de tratar su mente y su cuerpo. Por la práctica de estos hábitos, se arruina. No puede obtener la felicidad; pues su descuido en el cultivo de los principios puros y sanos lo coloca bajo el dominio de los hábitos que destruyen su paz. Sus años de estudio se pierden, porque se ha destruido a sí mismo. Ha empleado mal sus facultades físicas y mentales, y el templo de su cuerpo se encuentra arruinado. Está arruinado para esta vida y para la venidera. Pensó obtener un tesoro adquiriendo conocimiento y sabiduría terrenales; pero por dejar a un lado la Biblia sacrificó un tesoro que vale más que todo.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 80, 81 (1900). 1MCP 259.1