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La sangre de Cristo es el único remedio 1MCP 46

La ley de Jehová es sumamente amplia. Jesús [...] declaró llanamente a sus discípulos que la santa ley de Dios podía ser violada por los sentimientos, los pensamientos y los deseos, tanto como por las obras y las palabras. El corazón que ama a Dios sobre todas las cosas, de ninguna manera se sentirá inclinado a despreciar sus preceptos hasta concederles un derecho mínimo, pero, el alma obediente y leal alegremente le rendirá una plena obediencia espiritual cuando la ley sea vista en su poder espiritual. Entonces, los mandamientos se posesionarán del alma con toda su verdadera fuerza. El pecado aparecerá sumamente pecaminoso [...]. Ya no habrá más justicia propia, estima propia, honor propio. La seguridad propia habrá desaparecido. El resultado será una profunda convicción de pecado y aversión hacia sí mismo, y entonces el alma, comprendiendo el peligro que corre, se aferrará de la sangre del Cordero de Dios como su único remedio.—Nuestra Elavada Vocacion, 142 (1888). 1MCP 46.3