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El ocio, la complacencia propia y la seguridad: traidores dentro de los muros 1MCP 86

Los israelitas fueron inducidos al pecado, precisamente cuando se hallaban en una condición de ocio y aparente seguridad. Se olvidaron de Dios, descuidaron la oración, y fomentaron un espíritu de seguridad y confianza en sí mismos. El ocio y la complacencia propia dejaron la ciudadela del alma sin resguardo alguno, y entraron pensamientos viles y degradados. Los traidores que moraban dentro de los muros fueron quienes destruyeron las fortalezas de los sanos principios y entregaron a Israel en manos de Satanás. Así precisamente es cómo Satanás procura aún la ruina del alma. Antes de que el cristiano peque abiertamente, se verifica en su corazón un largo proceso de preparación que el mundo ignora. La mente no desciende de inmediato de la pureza y la santidad a la depravación, la corrupción y el delito. Se necesita tiempo para que aquellos que fueron creados semejantes a Dios se degraden hasta llegar a lo brutal o satánico. Por la contemplación somos transformados. Al nutrir pensamientos impuros en su mente, el hombre puede habituarla de tal manera que el pecado que antes odiaba se le vuelva agradable.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 490 (1890). 1MCP 86.1