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No pronuncie palabras de crítica, tajantes o severas (consejo a un pastor y escritor) 2MCP 220

El Señor nos ayudará a cada uno de nosotros en lo que más necesitemos en la magna obra de dominar y vencer el yo. Que esté la ley de la clemencia en su lengua y el óleo de gracia en su corazón; esto producirá maravillosos resultados: serán tiernos, simpáticos, corteses. Todos necesitamos estas gracias. Se ha de recibir e introducir el Espíritu Santo en su carácter; entonces será como fuego santo que exhalará incienso que ascenderá a Dios, no de labios que condenen, sino como un restaurador de las almas humanas. Su semblante expresará la imagen de lo divino. 2MCP 220.3

No es necesario pronunciar palabras mordaces, bruscas ni severas. Este es fuego vulgar, y debe quedar fuera de todos nuestros concilios y de las relaciones con nuestros hermanos. Dios requiere que toda alma que está a su servicio encienda su incensario con los carbones del fuego sagrado. 2MCP 220.4

Hay que refrenar las palabras vulgares, severas y ásperas que emanan tan fácilmente de sus labios, y el Espíritu de Dios hablará mediante el ser humano. La contemplación del carácter de Cristo los transformará a su semejanza. Solo la gracia de Cristo puede cambiar su corazón, y entonces reflejarán la imagen del Señor Jesús. Dios los insta a que sean como él: puros, santos e inmaculados. Hemos de llevar la imagen divina.—Comentario Bíblico Adventista 3:1182 (1899). 2MCP 220.5