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Nadie puede arruinarnos a menos que lo consintamos 2MCP 443

Recuerden que la tentación no es pecado. No importa cuán angustiosa sea la circunstancia en la cual esté colocado, nada puede realmente debilitar su alma mientras no ceda a la tentación y mantenga su propia integridad. Los intereses más vitales para usted individualmente, están bajo su propio cuidado. Nadie puede dañarlo sin su consentimiento. Todas las legiones satánicas no pueden hacerle daño, a menos que abra su alma a las artes y dardos de Satanás. Su ruina nunca puede ocurrir a menos que usted lo consienta. Si no hay contaminación de su mente, toda la contaminación que lo rodea no puede mancharlo.—Nuestra Elavada Vocacion, 96 (1885). 2MCP 443.1