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El pesar hace que la sangre acuda al cerebro (una experiencia personal) 2MCP 108

Mientras me dedicaba a hablar y a escribir, recibí cartas desanimadoras de Battle Creek. Al leerlas sentí una inexpresable depresión de espíritu, que casi era agonía mental, y me pareció que por un corto lapso paralizó mis energías vitales. Durante tres noches casi no dormí. Mis pensamientos estaban perturbados y perplejos. 2MCP 108.4

Oculté mis sentimientos lo mejor que pude de mi esposo y de la familia de simpatizantes con la cual estábamos. Nadie se enteró de mi pesar ni de mi aflicción mental cuando me unía con la familia en los cultos matutinos y vespertinos, y trataba de despositar mi preocupación en el gran Portador de cargas. Pero mis peticiones provenían de un corazón abrumado por la angustia, y mis oraciones estaban rotas y desarticuladas por causa de un dolor incontrolable. La sangre acudía a mi cerebro, y con frecuencia me causaba mareos y casi me caía. A menudo tenía hemorragias nasales, especialmente después de hacer un esfuerzo para escribir. Me veía obligada a dejar de escribir, pero no podía desligarme de la carga de ansiedad y responsabilidad que yacía sobre mí.—Testimonies for the Church 1:576, 577 (1867). 2MCP 108.5