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El don de sanidad, 9 de julio RP 201

¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Santiago 5:14, 15. RP 201.1

El poder de Cristo para detener la enfermedad en lo pasado ha sido revelado en forma admirable. Antes que fuéramos bendecidos con instituciones para ayudar a los enfermos en sus sufrimientos, mediante tratamientos diligentes y oraciones fervientes con fe en Dios tuvimos éxitos notables con casos aparentemente sin esperanza. Hoy el Señor invita a los que sufren a que tengan fe en él. La necesidad del hombre es la oportunidad de Dios. RP 201.2

“Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos”. Marcos 6:1-6. RP 201.3

Con todo tratamiento que damos a los enfermos, debería ofrecerse oraciones sencillas y fervientes pidiendo la bendición de la salud. Señalemos a los enfermos al compasivo Salvador y su poder de perdonar y de sanar. Mediante su providencia gratuita pueden ser restaurados. A los sufrientes señalen a su Abogado en las cortes celestiales. Díganles que Cristo sanará al enfermo si se arrepiente y abandona la transgresión de las leyes de Dios. Hay un Salvador que se manifestará en nuestros sanatorios para sanar a los que se sometan a él. Los sufrientes pueden unirse con ustedes en oración, confesando su pecado y recibiendo el perdón.—Manuscript Releases 8:267, 268. RP 201.4