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Se exige más de nosotros que de nuestros padres SC 112

Resplandece sobre nosotros una luz mayor que la que iluminó a nuestros padres. No podemos ser aceptados ni honrados por Dios prestando el mismo servicio o haciendo las mismas obras que nuestros padres. Para ser aceptados y bendecidos por Dios, como lo fueron ellos, debemos imitar su fidelidad y celo, aprovechar nuestra luz como ellos aprovecharon la suya, y obrar como ellos habrían obrado si hubiesen vivido en nuestros días. Debemos andar en la luz que resplandece sobre nosotros. De otra manera esa luz se trocará en tinieblas.—Joyas de los Testimonios 1:90, 91. SC 112.1