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Dorcas HD99 72

Este capítulo está basado en Hechos 9:36-42.

Dorcas era una mujer muy amada, que siempre hacía el bien y ayudaba a otros, especialmente a los pobres. Cuando murió, los creyentes buscaron a Pedro que estaba en Lida, una ciudad cercana. HD99 72.2

En Jope, vivía Dorcas, cuyos dedos habilidosos eran más activos que su lengua. Siembre sabía quién estaba en necesidad de ropa y quién de simpatía, y a ambas clases ministraba libremente. Cuando Dorcas murió, la iglesia en Jope sintió la pérdida. No es de extrañar que se lamentaran y enlutasen, ni que sus tibias lágrimas cayeran sobre su cuerpo inanimado. Era de tal valor, que fue traída de vuelta de la tierra del enemigo por el poder de Dios, a fin de que su habilidad y energía continuaran siendo una bendición para otros.—Testimonies for the Church 5:304 (1885). HD99 72.3

“Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió”. La iglesia de Jope sintió su pérdida; y oyendo que Pedro estaba en Lida, los creyentes le mandaron mensajeros “a rogarle: No tardes en venir a nosotros. Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas”. A juzgar por la vida de servicio que Dorcas había vivido, no es extraño que llorasen... HD99 73.1

El corazón del apóstol fue movido a simpatía al ver su tristeza. Luego, ordenando que los llorosos deudos salieran de la pieza, se arrodilló y oró fervorosamente a Dios para que devolviese la vida y la salud a Dorcas. Volviéndose hacia el cuerpo, dijo: “Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó”. Dorcas había prestado grandes servicios a la iglesia, y a Dios le pareció bueno traerla de vuelta del país del enemigo”.—Los Hechos de los Apóstoles, 107-108 (1911). HD99 73.2