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La respuesta a la oración HR 310

El apóstol se encaminó directamente a la casa donde se encontraban reunidos sus hermanos, y los encontró dedicados a orar fervientemente por él en ese momento. “Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode, la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta. Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel! Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos. Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar”. HR 310.2

El gozo y la alabanza llenaron los corazones de los creyentes que ayunaban y oraban, porque Dios había escuchado y respondido sus plegarias, y había librado a Pedro de la mano de Herodes. A la mañana siguiente la gente se reunió para presenciar la ejecución del apóstol. Herodes envió algunos funcionarios para que trajeran a Pedro de la prisión, y lo hizo con un gran despliegue de armas y guardianes, a fin de asegurarse de que no huyera, y para intimidar a todos sus simpatizantes, y para manifestar su propio poder. Estaba la guardia frente a la puerta de la prisión, los cerrojos y los barrotes estaban firmemente en su sitio, la guardia interior también estaba en su lugar, las cadenas estaban unidas a las muñecas de los soldados, pero el prisionero había desaparecido. HR 310.3