Primera visión—Mientras estaba orando ante el altar de la familia, el Espíritu Santo descendió sobre mí.—Primeros Escritos, 14. 3MS 37.1
Cinco de nosotras estábamos arrodilladas en silencio ante el altar de la familia. Mientras estábamos orando, el poder de Dios descendió sobre mí como nunca lo había sentido antes. Me parecía estar rodeada de luz y que me elevaba más y más sobre la tierra. En esa ocasión tuve una visión de lo que sucedería a los creyentes adventistas, de la venida de Cristo y la recompensa que habría de ser dada a los fieles.—Joyas de los Testimonios 2:270. 3MS 37.2
La experiencia relatada—Cuando las vislumbres de la gloria de Dios vinieron al principio sobre mí, pensaban que yo estaba muerta, y me observaron, y lloraron y oraron por mucho tiempo; pero para mí era el cielo, era la vida, y entonces el mundo se me extendió delante de mí y vi tinieblas similares a un paño mortuorio. 3MS 37.3
¿Qué significaba aquello? No podía ver ninguna luz. Entonces vi un pequeño destello de luz, y luego otro; y esas luces iban aumentando y haciéndose más brillantes, y se multiplicaban y se hacían más y más fuertes hasta que se convirtieron en la luz del mundo. Estos eran los creyentes en Cristo Jesús... 3MS 37.4
Pensé que nunca más debía volver al mundo. Cuando la respiración fue devuelta a mi cuerpo, no podía escuchar nada. Todo era oscuro. El resplandor y la gloria sobre las cuales mis ojos habían descansado habían eclipsado la luz, y eso continuó por varias horas. Entonces gradualmente empecé a reconocer la luz, y pregunté dónde estaba. 3MS 38.1
Dijo el dueño de casa: 3MS 38.2
—Ud. está aquí, en mi casa.
—¿Qué?, ¿aquí? ¿Yo aquí? ¿No sabe Ud. cómo?
Entonces todo volvió a mi mente. ¿Ha de ser ésta mi residencia? ¿He venido acá de nuevo? ¡Oh, qué peso y qué carga vinieron sobre mi alma!—Manuscrito 16, 1894. 3MS 38.3
Totalmente perdida para las cosas terrenales—Cuando el Señor ve adecuado darme una visión, soy arrebatada a la presencia de Jesús y los ángeles, y pierdo totalmente de vista las cosas terrenales.1[Esto explica el hecho de que Elena de White raramente habla del fenómeno físico que acompañaba a muchas de sus visiones. Ella misma debía depender del testimonio de testigos presenciales para llegar a enterarse de estas manifestaciones, como lo hizo en 1906, cuando se refirió a evidencias relativas a su llamado y a su obra. Véase el tema final de esta sección (p. 86).] No puedo ver más nada que al ángel que me dirige. Mi atención a menudo es dirigida a escenas que suceden sobre la tierra. 3MS 38.4
A veces me conduce muy adelante, al futuro, y se me muestra lo que ha de ocurrir. Entonces de nuevo se me muestran las cosas que han acontecido en el pasado.—Spiritual Gifts 2:292, 1860. 3MS 38.5
A veces recibo visiones mientras estoy consciente—El viernes 20 de marzo me levanté temprano, alrededor de las tres y media de la mañana. Mientras escribía acerca del capítulo 15 de Juan, de repente una paz maravillosa vino sobre mí. Toda la habitación parecía estar llena de la atmósfera del cielo. Una santa presencia parecía estar en mi habitación. Abandoné mi pluma y estaba en una actitud de espera para ver lo que el Espíritu me decía. No vi a ninguna persona. No oía ninguna voz audible, pero un vigilante celestial parecía que estaba cerca a mi lado. Sentí que estaba en la presencia de Jesús. 3MS 38.6
La dulce paz y la luz que parecían llenar mi pieza me resultaba imposible explicarlas o describirlas. Una atmósfera sagrada y santa me rodeaba, y se presentaron a mi mente y a mi comprensión asuntos de intenso interés e importancia. Se estableció una línea de acción delante de mí como si la presencia invisible hablara conmigo. El asunto del cual estaba escribiendo parecía perderse en mi mente, y otro asunto se abrió distintamente delante de mí. Un gran pavor parecía estar sobre mí mientras algunos asuntos eran impresionados en mi mente.—Manuscrito 12c, 1896. 3MS 39.1
Otra visión mientras escribía—Me levanté temprano el jueves por la mañana, alrededor de las dos, y estaba escribiendo activamente sobre la vid verdadera, cuando sentí una presencia en mi habitación, como en muchas otras ocasiones anteriores, y perdí todo recuerdo de lo que me rodeaba. Parecía estar en la presencia de Jesús. El estaba comunicándome aquello en que debía ser instruida. Todo era tan claro que no podía entenderlo mal. 3MS 39.2
Yo debía de ayudar a alguien de quien pensaba que nunca más debía preocuparme. No podía entender lo que significaba, pero de inmediato traté de no razonar acerca de ello, sino seguir las instrucciones. No se pronunció ninguna palabra audible a mis oídos, pero sí a mi mente. Dije: “Señor, haré lo que tú has ordenado”.—Carta 36, 1896. 3MS 39.3
Una maravillosa presentación mientras escribía y hablaba—No solamente cuando estoy de pie ante grandes congregaciones me es concedida una ayuda especial, sino también cuando estoy usando mi pluma; me son dadas del pasado maravillosas presentaciones del presente y del futuro.—Carta 86, 1906. 3MS 39.4
Elena de White no podía controlar las visiones—Es totalmente falso que yo alguna vez haya insinuado que podía tener una visión cuando lo quería. No hay sombra de verdad en esto. Nunca he dicho que podía producir visiones cuando lo deseaba, porque esto sencillamente es imposible. Durante años he sentido que si yo hubiera podido escoger lo que me gustaba y al mismo tiempo agradar a Dios, habría preferido morir antes que tener una visión, porque cada visión coloca sobre mí la gran responsabilidad de presentar testimonios de reprobación y de amonestación, que siempre han estado en contra de mis sentimientos, causándome en el alma una aflicción inexpresable. Nunca he codiciado mi posición, y sin embargo no me atrevo a resistir al Espíritu de Dios para buscar otra más fácil. 3MS 39.5
El Espíritu de Dios ha venido sobre mí en diferentes oportunidades, en distintos lugares y en variadas circunstancias.2[El pastor J. N. Loughborough informa que la última visión acompañada por un fenómeno físico ocurrió en el campamento de Portland, Oregon, en 1884. El estaba presente e hizo mención de esto en una disertación que dio el 20 de enero de 1893, sobre “El estudio de los testimonios”, durante el congreso general de la Asocación General celebrado en Battle Creek véase. The General Conference Bulletin, 19-20.—Los compiladores.] Mi esposo no ha tenido ningún control sobre estas manifestaciones del Espíritu de Dios. En muchas ocasiones él ha estado muy lejos cuando he tenido visiones.—Carta 2, 1874. 3MS 40.1
No me atrevo a dudar—En la confusión me veía a veces tentada a dudar de mi propia experiencia. Mientras orábamos en la familia una mañana, el poder de Dios comenzó a descansar sobre mí, y cruzó por mi mente el pensamiento de que [lo que experimentaba] era mesmerismo, y lo resistí. Inmediatamente fui herida de mudez... Después de esto ya no me atreví a dudar ni a resistir por un momento al poder de Dios, pensaran los demás lo que pensaran.—Primeros Escritos, 22-23. 3MS 40.2
Elena de White relata evidencias de su llamado y de su obra—Existe en nuestro mundo un espíritu de creer y también un espíritu de incredulidad. En los días finales algunos se apartarán de la fe, prestando oídos a espíritus seductores y a doctrinas de demonios. Esperamos que los que rehúsen estar en armonía con Cristo se desarrollarán como elementos de lucha; pero no debemos pensar que esto nos hará daño alguno. Debemos recordar que los que están con nosotros son más que los que están contra nosotros. Esta es mi esperanza, mi fortaleza y mi poder. Creo en Dios. Sé en quién he creído. Creo en los mensajes que Dios ha dado a su iglesia remanente. Desde la niñez he tenido muchísimas experiencias que han fortalecido mi fe en la obra que Dios me ha dado para hacer. 3MS 40.3
Capacitada para escribir—En los primeros tiempos de mis labores públicas el Señor me pidió: “Escribe, escribe las cosas que te son reveladas”. En el tiempo en que recibí ese mensaje no podía sostener mi mano con firmeza. Mi condición física hacía imposible que escribiera. Pero de nuevo vino la palabra: “Escribe las cosas que te son reveladas”. Obedecí y, como resultado, antes de que pasara mucho tiempo podía escribir página tras página con relativa facilidad. ¿Quién me decía qué debía escribir? ¿Quién fortalecía mi mano derecha y hacía posible que usara la pluma? Era el Señor. 3MS 41.1
Cuando llegamos a estar en la debida relación con él, y cuando nos entregamos completamente a él, vemos el poder milagroso de Dios en palabra y obra. 3MS 41.2
Las visiones confirmaban conclusiones extraídas del estudio de la Biblia—En los primeros días del mensaje, cuando nuestro número era pequeño, estudiábamos diligentemente para entender el significado de muchos textos. A veces parecía que no podía darse ninguna explicación. Mi mente parecía cerrarse a la comprensión de la Palabra; pero cuando los hermanos que se habían reunido para estudiar llegaban a un punto después del cual ya no podían avanzar más, y recurrían a la oración ferviente, el Espíritu de Dios descansaba sobre mí, y era arrebatada en visión e instruida con respecto a la relación de un pasaje con otro de las Escrituras. Estas experiencias se repetían una y otra vez en muchas oportunidades. De esta manera muchas verdades del mensaje del tercer ángel eran establecidas punto por punto. 3MS 41.3
¿Pensáis vosotros que mi fe en este mensaje será removida alguna vez? ¿Pensáis que puedo permanecer en silencio cuando veo que se hace un esfuerzo para barrer los pilares fundamentales de nuestra fe? Estoy tan completamente establecida en estas verdades como lo es posible para una persona estarlo. Nunca podré olvidar la experiencia por la cual pasé. Dios ha confirmado mi creencia con muchas evidencias de su poder. 3MS 42.1
La luz que he recibido la he escrito, y gran parte de ella está ahora brillando desde las páginas impresas. Existe, a través de las páginas que he escrito, una armonía con mi actual enseñanza. 3MS 42.2
Mientras estaba en visión no respiraba—Algunas de las instrucciones que se hallan en estas páginas fueron dadas en circunstancias tan notables que evidenciaban el poder maravilloso de Dios en favor de su verdad. A veces, mientras he estado en visión, mis amigos se acercaban a mí, y exclamaban: “¡Ella no respira!” Colocaban un espejo delante de mis labios, y se daban cuenta de que no se humedecía el vidrio. Mientras no existía ninguna señal de que hubiera alguna clase de respiración, continuaba hablando de las cosas que me eran presentadas. Estos mensajes fueron dados en esta forma para sostener la fe de todos, para que en estos últimos días tuviéramos confianza en el espíritu de profecía. 3MS 42.3
La voz milagrosamente preservada—Agradezco a Dios porque él me ha preservado la voz, cuando en los años de mi temprana juventud los médicos y otros amigos declararon que esa voz quedaría silenciosa después de tres meses. El Dios del cielo vio que necesitaba pasar por una experiencia de prueba que me preparara para la obra que él quería que yo hiciera. 3MS 42.4
Durante los últimos cincuenta años mi fe en el triunfo final del mensaje del tercer ángel y de todo lo que está relacionado con él, ha sido sustentada por las maravillosas experiencias a través de las cuales he pasado. Por esto estoy anhelando que mis libros sean publicados y circulen en muchos idiomas. Yo sé que la luz contenida en estos libros es la luz del cielo. 3MS 43.1
Estudiad la instrucción—Os pido que estudiéis la instrucción que está contenida en estos libros. A Juan, el anciano apóstol, se le dio el mensaje: “Escribe las cosas que has visto, y las cosas que hay ahora, y las cosas que vendrán después”. El Señor me ha pedido que escriba lo que me ha sido revelado. Esto es lo que he hecho, y es lo que está ahora en forma impresa... 3MS 43.2
En medio de los errores que se están esparciendo por toda la tierra, luchemos para mantenernos firmes sobre la plataforma de la verdad eterna. Pongámonos toda la armadura de Dios, porque se nos dice que en este tiempo Satanás mismo obrará milagros delante del pueblo; y al ver estas manifestaciones debemos estar preparados para resistir su influencia engañosa. Cualquier cosa que el enemigo presente como verdad no debe influir en nosotros, porque debemos estar amparados por la instrucción del gran Autor de la verdad.—The Review and Herald, 14 de junio de 1906. 3MS 43.3