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Joyas de los Testimonios 2 - Contents
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    Naturaleza e influencia de los Testimonios*Testimonios para la Iglesia 5:654-683 (1889).

    A MEDIDA que se acerca el fin, y la obra de dar la última amonestación al mundo se extiende, resulta más importante para los que aceptan la verdad presente tener una clara comprensión de la naturaleza e influencia de los Testimonios, que en su providencia Dios vinculó con la obra del mensaje del tercer ángel desde su mismo nacimiento. En las siguientes páginas se dan extractos de lo que he escrito durante los últimos cuarenta años, con relación a mi propia experiencia en esta obra especial, con el fin de presentar también lo que Dios me ha revelado acerca de la naturaleza e importancia de los Testimonios, la manera en que son dados, y cómo deben ser considerados.2JT 270.1

    Fué poco después de transcurrir la fecha de 1844, cuando me fué dada mi primera visión. Estaba visitando a una amada hermana en Cristo, cuyo corazón estaba unido al mío. Cinco de nosotras estábamos arrodilladas en silencio en el altar de la familia. Mientras estábamos orando, el poder de Dios descendió sobre mí como nunca lo había sentido antes. Me parecía estar rodeada de luz, y estar elevándome siempre más de la tierra. En esa ocasión tuve una visión de lo que sucedería a los creyentes adventistas, la venida de Cristo y la recompensa que habría de ser dada a los fieles.2JT 270.2

    En una segunda visión, que no tardó en seguir a la primera, me fueron mostradas las pruebas por las cuales debía pasar y que era mi deber ir y relatar a otros lo que Dios me había revelado. Me fué mostrado que mis labores encontrarían gran oposición, y que mi corazón sería desgarrado por la angustia, pero que la gracia de Dios bastaría para sostenerme a través de todo. La enseñanza de esta visión me afligió grandemente; porque me indicaba el deber de ir entre la gente y presentar la verdad.2JT 270.3

    Un gran temor que me oprimía consistía en que si obedecía el llamamiento del deber, y salía declarándome favorecida del Altísimo con visiones y revelaciones para la gente, podría ceder a una exaltación pecaminosa y elevarme por encima de la posición que me correspondía ocupar, atrayendo sobre mí el desagrado de Dios y perdiendo mi propia alma. Tenía ante mí varios casos como los que he descrito, y mi corazón rehuía esta penosa prueba.2JT 271.1

    Rogué entonces que si debía ir y relatar lo que el Señor me había mostrado, fuese preservada del ensalzamiento indebido. Dijo el ángel: “Tus oraciones han sido oídas, y serán contestadas. Si ese mal que temes te amenaza, la mano de Dios se extenderá para salvarte; por la aflicción te atraerá a sí, y conservará tu humildad. Comunica el mensaje fielmente. Persevera hasta el fin y comerás del fruto del árbol de la vida y beberás del agua de la vida.”2JT 271.2

    En ese tiempo había fanatismo entre algunos de los que habían creído el primer mensaje. Albergaban graves errores de doctrina y práctica, y algunos estaban dispuestos a condenar a todos los que no aceptasen sus opiniones. Dios me reveló esos errores en visión, y me mandó a sus hijos que erraban para declarárselos; pero al cumplir este deber encontré acerba oposición y oprobio.2JT 271.3

    Era una gran cruz para mí relatar a los que erraban lo que me había sido mostrado acerca de ellos. Me causaba gran angustia ver a otros afligidos o agraviados. Y cuando estaba obligada a declarar los mensajes, con frecuencia los suavizaba, y los hacía aparecer tan favorables para la persona como podía, y luego me apartaba a solas y lloraba en agonía de espíritu. Miraba a aquellos que tenían tan sólo su propia alma que cuidar, y pensaba que si me hallase en su condición, no murmuraría. Era difícil relatar los claros y penetrantes testimonios que Dios me daba. Yo miraba ansiosamente el resultado, y si las personas reprendidas se levantaban contra el reproche y más tarde se oponían a la verdad, acudían estas preguntas a mi mente: ¿Dí el mensaje como debía darlo? ¿No habría habido alguna manera de salvarlos? Y entonces oprimía mi alma tanta angustia que con frecuencia me parecía que la muerte sería una mensajera bienvenida, y la tumba un suave lugar de descanso.2JT 271.4

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