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educación de los niños. Las lecciones aprendidas, los hábitos adquiridos durante los años de la infancia y de la niñez, influyen en la formación del carácter y la dirección de la vida mucho más que todas las instrucciones y que toda la educación de los años subsiguientes.
Los padres deben considerar esto. Deben comprender los principios que constituyen la base del cuidado y de la educación de los hijos. Deben ser capaces de criarlos con buena salud física, mental y moral. Deben estudiar las leyes de la naturaleza. Deben familiarizarse con el organismo del cuerpo humano. Necesitan entender las funciones de los varios órganos y su mutua relación y dependencia. Deben estudiar la relación de las facultades mentales con las físicas y las condiciones requeridas para el funcionamiento sano de cada una de ellas. Asumir las responsabilidades de la paternidad sin una preparación tal es pecado.
Poca, muy poca consideración se da a las causas que determinan la mortalidad, la enfermedad y la degeneración, que existen hoy aun en los países más civilizados y favorecidos. La raza humana decae. Más de un tercio de ella muere en la infancia;*La declaración concerniente a la mortalidad infantil era correcta cuando fué escrita en 1905. Sin embargo, la medicina y la puericultura modernas han reducido muchísimo la mortalidad de los niños.—Los editores. de los que alcanzan la edad adulta, los más adolecen de alguna enfermedad, y pocos llegan al límite de la vida humana.
La mayor parte de los males que acarrean miseria y ruina a la raza humana podrían evitarse, y el poder de luchar contra ellos descansa en sumo grado en los padres. No es una “misteriosa providencia” la que arrebata a los pequeñuelos. Dios no quiere su muerte. Los confía a los padres para que los eduquen a fin de que sean útiles en este mundo, y lleguen al cielo después. Si los padres y las madres hicieran lo posible