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Nuestra Elevada Vocacion - Contents
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    Una en cien, 21 de junio

    Entonces Pedro, llegándose a él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete? Jesús le dice: No te digo hasta siete, más aun hasta setenta veces siete. Mateo 18:21, 22.NEV 180.1

    Tenemos delante una gran obra. Hay hombres y mujeres que vagan lejos del redil de Cristo, y habiéndose tornado fríos e indiferentes, y habiendo perdido toda disposición para volver, ellos no correrán tras vosotros. Debéis buscarlos adonde están. ... Cuando encontréis a una oveja descarriada, atraedla al redil, y no la abandonéis hasta que la veáis seguramente guardada allí. ... Salid en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel.NEV 180.2

    Si hay algún punto en el que hayáis errado, aunque él haya cometido cien errores, quitad lo malo que hayáis hecho y abrid el camino para que él vuelva. Tal vez eso haya sido justamente lo que mantenía alejada a un alma. En vuestra humildad, confesad lo malo que habéis hecho, y posiblemente esto lo conmoverá y lo inducirá con lágrimas a confesar sus cien errores, y a quitarlos del camino. Así se salvará un alma por quien Cristo murió. ...NEV 180.3

    Podéis decir: He procurado salvar a éste y a aquél, y ellos solamente me han herido, y no voy a tratar de ayudarlos de nuevo. No os desaniméis si ellos no vuelven en seguida al rebaño. Seguid saliendo en busca de vuestros semejantes mortales que os rodean. Cosecharéis si no desmayáis.—Manuscrito 3, 1877.NEV 180.4

    Uníos. No hagáis pequeños motivos de separación por diferencias de opinión, no permitáis que separen un corazón de otro corazón, sino tratad de ver cómo podéis amaros unos a otros como Cristo os amó. Ved cómo podéis perdonar a aquellos que os ofenden, así como queréis que vuestro Padre celestial os perdone vuestras faltas. Entonces podréis hacer pedidos definidos; podréis ser osados en Cristo, porque Cristo presenta vuestros pedidos a Dios con las credenciales divinas que son su justicia, y podéis creer que Cristo os oye, que él os bendice y dice: “Yo soy suyo, y él es mío”.—Manuscrito 12, 1891, pp. 12, 13.NEV 180.5

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