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Primeros Escritos - Contents
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    La muerte no es tormento eterno

    Satanás comenzó su engaño en el Edén. Dijo a Eva: “No moriréis.” Tal fué la primera lección de Satanás acerca de la inmortalidad del alma, y ha continuado con este engaño desde entonces hasta hoy, y seguirá con él hasta que haya cesado el cautiverio de los hijos de Dios. Me fueron mostrados Adán y Eva en el Edén. Comieron del árbol prohibido, y entonces la espada de fuego fué puesta en derredor del árbol de vida, y ellos fueron expulsados del huerto, no fuera que comiesen del árbol de vida, y fuesen pecadores inmortales. El fruto de este árbol había de perpetuar la inmortalidad. Oí a un ángel preguntar: “¿Quién de la familia de Adán cruzó aquella flamígera espada, y ha comido del árbol de la vida?” Oí a otro ángel contestar: “Ni uno de la familia de Adán cruzó esa espada de fuego, ni comió de aquel árbol; por lo tanto no hay un solo pecador inmortal.” El alma que pecare, ésta morirá de una muerte eterna, una muerte de la cual no hay esperanza de resucitar; y entonces la ira de Dios será apaciguada.PE 218.1

    Me asombraba que Satanás pudiese tener tanto éxito como para hacer creer a los hombres que las palabras de Dios, “el alma que pecare, esa morirá,” significan que el alma que peca no muere, sino que vive eternamente en tormentos. Dijo el ángel: “La vida es vida, sea en el dolor o la felicidad. La muerte es un estado sin dolor, sin goce, sin odio.”PE 218.2

    Satanás dijo a sus ángeles que hiciesen un esfuerzo especial por difundir la mentira que le fué dicha por primera vez a Eva en el Edén: “No moriréis.” Y a medida que el error fuese recibido por la gente, y ésta fuese inducida a creer que el hombre es inmortal, Satanás le haría creer que el pecador ha de vivir en tormento eterno. Entonces el camino quedó preparado para que Satanás obrase por medio de sus representantes y señalara a Dios ante la gente como un tirano vengativo, que hunde en el infierno a todos los que no le agradan, y les hace sentir su ira para siempre; y que, mientras sufren indecible angustia y se retuercen en las llamas eternas, los mira con satisfacción. Satanás sabía que si este error era recibido, Dios sería odiado por muchos, en vez de ser amado y adorado; y que muchos se verían inducidos a creer que las amenazas de la Palabra de Dios no habían de cumplirse literalmente, porque sería contrario a su carácter de benevolencia y amor hundir en tormentos eternos a los seres a quienes creó.PE 218.3

    Otro extremo que Satanás hizo adoptar por la gente es el de pasar por alto en absoluto la justicia de Dios y las amenazas de su Palabra, al representarle como un ser que es todo misericordia, de manera que nadie ha de perecer, sino que todos, santos y pecadores, serán al fin salvos en su reino.PE 219.1

    Como consecuencia de los errores populares de la inmortalidad del alma y de los tormentos eternos, Satanás saca ventajas de otra clase de personas y la induce a considerar la Biblia como un libro que no es inspirado. Piensan que enseña muchas cosas buenas; pero no pueden fiar en ella ni amarla, porque se les ha enseñado que presenta la doctrina del tormento eterno.PE 219.2

    Otra clase es llevada aún más lejos por Satanás: a negar la existencia de Dios. No pueden admitir que sea consecuente con el carácter del Dios de la Biblia el que inflija horribles torturas por toda la eternidad a una porción de la familia humana. Por lo tanto niegan la Biblia y a su Autor y consideran la muerte como un sueño eterno.PE 219.3

    Hay otra clase todavía que está llena de miedo y timidez. A éstos Satanás los tienta a cometer pecado, y después que lo han cometido les recalca que la paga del pecado no es la muerte, sino la vida en horribles tormentos que se habrán de soportar durante las edades sin fin de la eternidad. Al magnificar así ante sus mentes apocadas los horrores de un infierno inacabable, se posesiona de sus ánimos, y ellos pierden la razón. Entonces Satanás y sus ángeles se regocijan, y el incrédulo y ateo se dan la mano para cubrir de oprobio el cristianismo. Sostienen que esos males son resultados naturales de creer en la Biblia y en su Autor, cuando son la consecuencia de haber recibido una herejía popular.PE 219.4

    Vi que la hueste celestial se llenaba de indignación al ver esta obra atrevida de Satanás. Pregunté por qué se toleraba que todos estos engaños produjesen sus efectos en la mente humana cuando los ángeles de Dios eran poderosos y, si se les ordenara, les sería fácil quebrantar el poder del enemigo. Entonces vi que Dios sabía que Satanás iba a ensayar todas sus artes para destruir al hombre. Por esto había hecho escribir su Palabra y presentado sus propósitos acerca de la raza humana con tanta claridad que los más débiles no necesitasen errar. Después de haber dado su Palabra al hombre, la había preservado cuidadosamente de la destrucción por Satanás y sus ángeles, o por cualquiera de sus agentes o representantes. Mientras que otros libros podían ser destruídos, éste había de ser inmortal. Y al acercarse el fin del tiempo, cuando los engaños de Satanás aumentarían, iba a multiplicarse de tal manera que todos los que lo deseasen pudiesen obtener un ejemplar, y si querían, podían armarse contra los engaños y los prodigios mentirosos de Satanás.PE 220.1

    Vi que Dios había guardado en forma especial la Biblia; sin embargo cuando los ejemplares de ella eran pocos, hubo sabios que en algunos casos cambiaron las palabras, pensando que estaban haciendo más claro su sentido, cuando en realidad estaban confundiendo lo que era claro e inclinándolo hacia sus opiniones establecidas, que eran gobernadas por la tradición. Pero vi que la Palabra de Dios, en conjunto, es una cadena perfecta, de la cual una porción se vincula con la otra y la explica. Los verdaderos buscadores de la verdad no necesitan errar; porque no sólo es la Palabra de Dios clara y sencilla al presentar el camino de la vida, sino que el Espíritu Santo es dado como guía para comprender el camino de la vida en ella revelado.PE 220.2

    Vi que los ángeles de Dios nunca han de controlar la voluntad. Dios pone delante del hombre la vida y la muerte. El puede elegir. Muchos desean la vida, pero siguen andando en el camino ancho. Escogen rebelarse contra el gobierno de Dios, no obstante la gran misericordia y compasión que él manifestó al dar a su Hijo para que muriese por ellos. Los que no escogen aceptar la salvación comprada a precio tan alto, deben ser castigados. Pero vi que Dios no los encerrará en un infierno para que sufran eternamente, ni tampoco los llevará al cielo; porque introducirlos en la compañía de los puros y santos sería hacerlos excesivamente miserables. Pero él los destruirá por completo para que sean como si nunca hubiesen existido; entonces su justicia estará satisfecha. Formó al hombre con el polvo de la tierra, y los desobedientes y profanos serán consumidos por fuego y volverán a ser polvo. Vi que la benevolencia y la compasión de Dios en este asunto debieran inducir a todos a admirar su carácter y a adorar su santo nombre. Después que los impíos hayan sido raídos de la tierra, toda la hueste celestial dirá: “¡Amén!”PE 221.1

    Satanás mira con gran satisfacción a los que profesan el nombre de Cristo, y sin embargo se adhieren estrechamente a los engaños que el diablo mismo originó. Su obra sigue siendo la de idear nuevos engaños, y su poder y arte en esa dirección aumentan de continuo. El indujo a sus representantes, los papas y los sacerdotes, a exaltarse a sí mismos y a incitar al pueblo a perseguir acerbamente y destruir a los que no querían aceptar sus engaños. ¡Oh! ¡Cuántos sufrimientos y agonía fueron impuestos a los preciosos seguidores de Cristo! Los ángeles han llevado una cuenta fiel de todo esto. Con todo regocijo Satanás y sus malos ángeles dijeron a los ángeles que servían a aquellos santos dolientes que los iban a matar a todos, para que no quedase un solo cristiano verdadero en la tierra. Vi que entonces la iglesia de Dios era pura. No había peligro de que ingresaran en ella hombres de corazón corrupto; porque el verdadero cristiano, que se atrevía a declarar su fe, estaba en peligro del potro, la hoguera y toda tortura que Satanás y sus malos ángeles pudieran inventar o inspirar a la mente del hombre. PE 221.2

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