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Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio - Contents
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    Sección 1—Matrimonio

    Capítulo 1—Hechos y principios importantes

    Designio original de Dios—Dios celebró la primera boda. De manera que la institución del matrimonio tiene como autor al Creador del universo. “Honroso es en todos el matrimonio”. Hebreos 13:4. Fue una de las dos instituciones que, después de la caída, llevó consigo Adán al salir del paraíso. Cuando se reconocen y obedecen los principios divinos en esta relación, el matrimonio es una bendición: salvaguarda la felicidad y la pureza de la raza, satisface las necesidades sociales del hombre y eleva su naturaleza física, intelectual y moral.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 27.TCS 15.1

    Aprobado por Dios en la actualidad.*En 1885 Elena de White declaró: “En esta época, cuando las escenas de la historia del mundo están próximas a cerrarse y estamos por entrar en el tiempo de angustia cual no ha habido otro, cuanto menos matrimonios sean contraídos, tanto mejor para todos: hombres y mujeres”.—Testimonies for the Church 5:366.
    Es claro que ella creía que el fin del mundo era inminente. Pero la venida de Cristo ha sido demorada. En 1901 Elena de White escribió: “Tal vez tengamos que permanecer aquí en este mundo muchos años más debido a la insubordinación”. Elena de White continuó dando consejos sobre las relaciones entre esposos durante toda su vida.
    —No hay pecado en el hecho mismo de comer y beber, casarse y darse en casamiento. En los días de Noé era legítimo casarse, como lo es hoy, siempre que lo que es legítimo sea considerado decorosamente y no sea llevado a excesos pecaminosos.—The Review and Herald, 25 de septiembre de 1888.
    TCS 15.2

    Respecto del matrimonio yo diría: lean la Palabra de Dios. Aun en este tiempo, los últimos días de la historia del mundo, se llevan a cabo casamientos entre los adventistas del séptimo día... Como pueblo, nunca hemos prohibido el matrimonio, excepto en casos cuando hubieron razones obvias para que una determinada unión fuera un fracaso para ambas partes. Aún así, sólo hemos dado consejos.—Carta 60, 1900.TCS 16.1

    Una preparación para el cielo—Recuerden que el hogar terrenal ha de ser una preparación para el celestial, del cual es símbolo.—El Ministerio de Curación, 281.TCS 16.2

    Dios quiere que el hogar sea el lugar más feliz de la tierra, el símbolo mismo del hogar celestial. Mientras llevan las responsabilidades matrimoniales en el hogar y vinculan sus intereses con Jesucristo, apoyándose en su brazo y en la seguridad de sus promesas, ambos esposos pueden compartir en esta unión una felicidad que los ángeles de Dios elogian.—El hogar adventista, 87 (1894).TCS 16.3

    Una unión duradera—El matrimonio, que es una unión para toda la vida, es un símbolo de la unión que existe entre Cristo y su iglesia.—Testimonies for the Church 7:46.TCS 16.4

    En las mentes juveniles el matrimonio está revestido de romanticismo y es difícil despojarlo de ese carácter que le presta la imaginación, para hacer que la mente comprenda cuán pesadas responsabilidades entraña el voto matrimonial. Liga los destinos de dos personas con vínculos que sólo la muerte puede cortar.—Joyas de los Testimonios 1:577; El hogar adventista, 309 (1894).TCS 16.5

    Todo compromiso matrimonial debe ser considerado cuidadosamente, pues el casamiento es un paso que se da para toda la vida. Tanto el hombre como la mujer deben considerar cuidadosamente si pueden mantenerse unidos a través de las vicisitudes de la existencia mientras ambos vivan.—Carta 17, 1896; El hogar adventista, 309 (1894).TCS 16.6

    Desde un punto de vista elevado—Los profesos cristianos no deberían entrar en la relación matrimonial hasta que el asunto haya sido considerado cuidadosamente, con oración, y desde un elevado punto de vista, para ver si Dios puede ser glorificado por tal unión. Luego, deberían dar debida consideración al resultado de cada uno de los privilegios de la relación matrimonial; y el principio santificado debería constituir la base misma de toda acción.—The Review and Herald, 19 de septiembre de 1899.TCS 17.1

    Haga un examen cuidadoso para ver si su vida matrimonial será feliz, o carente de armonía y miserable. Pregúntese: ¿Me ayudará esta unión en mi camino al cielo? ¿Aumentará mi amor a Dios? Si tales reflexiones no le traen inconvenientes, entonces, en el temor de Dios, siga adelante.—Fundamentals of Christian Education, 104, 105.TCS 17.2

    Todo en el nombre de Jesús—Cuando un hombre está por casarse debería considerar, imparcialmente, por qué va a dar ese paso. ¿Será su esposa su mano ayudadora, su compañera, su igual? ¿O seguirá él un curso tal que ella no pueda actuar con sinceridad para gloria de Dios? ¿Se aventurará él a dar rienda suelta a sus pasiones y ver a cuánta ansiedad e imposiciones puede someter a su esposa sin extinguirle la vida? ¿O considerará el significado de las palabras: “Todo lo que hagáis, sea en palabras o en hechos, hacedlo en el nombre de Jesús”?—Manuscrito 152, 1899.TCS 17.3

    Necesidad de una preparación cuidadosa—Antes de asumir las responsabilidades del matrimonio, los jóvenes deben tener una experiencia práctica que los haga aptos para cumplir los deberes de la vida y llevar las cargas de ella. No se han de favorecer matrimonios tempranos. Un compromiso tan importante como el matrimonio y de resultados tan trascendentales no debería contraerse con precipitación, sin la suficiente preparación y antes de que las facultades intelectuales y físicas estén bien desarrolladas.—El Ministerio de Curación, 276.TCS 17.4

    Mi querida Emma:*Carta escrita el 17 de junio de 1869, dirigida a Emma McDearmon, que tenía 21 años cuando se casó con Edson, hijo de Elena de White, el día de su cumpleaños, el 28 de julio de 1870. Emma había nacido el 16 de noviembre de 1848. William C. White, otro de los hijos de Elena de White, tenía 21 años cuando se casó con Mary Kelsey, quien todavía no había cumplido los 19. No existe otra persona que esté más junto a mi corazón que tú. Sin embargo, te aconsejo... que actúes con cautela y que midas bien cada paso que vas a dar. Estás por tomar una decisión que tiene que durar mucho tiempo. Por lo tanto, no te apresures. No te dejes absorber totalmente por el asunto del matrimonio.—Carta 7, 1869.TCS 18.1

    Consulta con Dios—Las siguientes palabras de Cristo deberían ser tomadas en cuenta siempre: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre”. La gente se casaba, se daba en casamiento hasta el día cuando Noé entró al arca, vino el diluvio y los destruyó a todos. Hoy vemos el mismo apasionamiento en lo que tiene que ver con el casamiento. Jóvenes, y hombres y mujeres mayores, que deberían actuar con sabiduría y discernimiento en este asunto, se conducen como hechizados. Parecería que el poder satánico se apoderara de ellos. El noviazgo y el matrimonio son los temas absorbentes. Se constituyen así los matrimonios más indiscretos. Dios no es consultado. Los sentimientos, los deseos y las pasiones humanas echan por tierra todo hasta que la suerte está sellada. El resultado de todo esto es una miseria que no se puede narrar, y Dios acaba siendo deshonrado. El lecho matrimonial no es santificado. ¿No debería producirse un cambio decidido en relación con este asunto tan importante?—Carta 84, 1888.TCS 18.2

    Solamente con creyentes—La esposa de Lot era una mujer egoísta e irreligiosa, que puso en juego su influencia con el fin de apartar a su marido de Abrahán. Si no hubiera sido por ella, Lot no habría quedado en Sodoma, privado de los consejos del sabio y piadoso patriarca. La influencia de su esposa y las amistades que tuvo en aquella ciudad impía, lo habrían inducido a apostatar de Dios, si no hubiera sido por las fieles instrucciones que había recibido antes de Abrahán. El casamiento de Lot y su decisión de residir en Sodoma iniciaron una serie de sucesos cargados de males para el mundo a través de muchas generaciones.TCS 19.1

    Nadie que tema a Dios puede unirse sin peligro con alguien que no lo tema. “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de concierto?” Amós 3:3. La felicidad y prosperidad del matrimonio dependen de la unidad que haya entre los esposos; pero entre el creyente y el incrédulo hay una diferencia radical de gustos, inclinaciones y propósitos. Sirven a dos señores, entre los cuales la concordia es imposible. Por puros y rectos que sean los principios de una persona, la influencia de un cónyuge incrédulo tenderá a apartarla de Dios...TCS 19.2

    Pero el matrimonio de cristianos con infieles está prohibido en la Sagrada Escritura. El mandamiento del Señor dice: “No os juntéis en yugo con los infieles”. 2 Corintios 6:14, 17, 18.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 172.TCS 19.3

    Que no se formen lazos no santificados entre los hijos de Dios y los amigos del mundo. Que no haya casamientos entre creyentes y no creyentes. Que el pueblo de Dios tome una posición firme por la verdad y la justicia.—The Review and Herald, 31 de julio de 1894.TCS 19.4

    Los jóvenes cristianos deberían tener mucho cuidado con las amistades que forman y la elección de compañeros. Tengan cuidado, no sea que lo que ahora piensan que es oro puro, se torne vil metal. Las asociaciones mundanas tienden a colocar obstrucciones en el camino de vuestro servicio a Dios, y muchas almas se han arruinado por sus uniones infelices en los negocios o en el matrimonio, con quienes no podrán jamás elevarse o ennoblecerse. Jamás debería el pueblo de Dios aventurarse a pisar terreno prohibido. El matrimonio entre creyentes e incrédulos está prohibido por Dios. Pero, muy a menudo, el corazón inconverso sigue sus propios deseos y así se forman matrimonios que no han sido aprobados por Dios. A causa de esto, muchos hombres y mujeres están en el mundo sin esperanza y sin Dios. Sus nobles aspiraciones se han muerto; están presos en la red satánica por una cadena de circunstancias.—The Review and Herald, 1 de febrero de 1906.TCS 19.5

    Las demandas de Dios en primer lugar—Aunque el compañero de su elección fuese digno en todos los demás aspectos (y me consta que no lo es), no ha aceptado la verdad para este tiempo; es incrédulo, y el Cielo le prohíbe unirse a él. Ud. no puede, sin peligro para su alma, despreciar esta recomendación divina... Unirse con un incrédulo es colocarse en el terreno de Satanás. Ud. agravia al Espíritu de Dios y pierde el derecho a su protección. ¿Puede incurrir en tales desventajas mientras pelea la batalla por la vida eterna? Tal vez, Ud. diga: “Pero yo he dado mi promesa, ¿debo retractarme?” Le contesto: Si Ud. ha hecho una promesa contraria a las Sagradas Escrituras, por lo que más quiera, retráctese sin dilación, y con humildad delante de Dios arrepiéntase de la infatuación que la indujo a hacer una promesa tan temeraria. Es mucho mejor retirar una promesa tal, en el temor de Dios, que cumplirla y por ello deshonrar a su Hacedor.—Joyas de los Testimonios 2:121, 122.TCS 20.1

    En su Palabra, el Señor ha dejado a su pueblo instrucciones claras en cuanto a no unirse con los que no poseen su amor y temor. Tales compañeros raramente se satisfarán con el amor y el respeto que les corresponde. Tratarán constantemente de obtener una promesa de parte del esposo o la esposa temerosos de Dios, que los comprometa a desatender los requerimientos divinos. Para un esposo piadoso y para la iglesia con la cual éste se halle conectado, una esposa o un amigo mundanos son como un espía en el campamento: se mantendrán observando cualquier oportunidad para traicionar al siervo de Cristo y exponerlo a los ataques del enemigo.TCS 20.2

    Satanás trata constantemente de fortalecer su poder sobre el pueblo de Dios induciéndolo a entrar en alianzas con las huestes de las tinieblas.—The Signs of the Times, 6 de octubre de 1881.TCS 21.1

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