Los delegados al concilio europeo estaban encantados con la presencia de Elena G. de White en su medio, y anhelaban sinceramente que ella visitara sus respectivos países, que conociera a los creyentes y testificara ante las iglesias. Resulta, pues, comprensible, que uno de los acuerdos que se votaron casi al fin del concilio, consistiera en una invitación. Decía lo siguiente: EGWE 103.1
“Acordado, expresar nuestra gratitud a Dios por las labores y los consejos de la hermana Elena G. de White y su hijo, el pastor G. C. White, en estas reuniones; e invitarlos a visitar Escandinavia, Gran Bretaña y otros campos, y a que se queden en Europa el tiempo suficiente como para realizar la obra que la Providencia les ha encomendado” (Acuerdos del tercer concilio europeo, publicados en la Review and Herald, el 3 de noviembre de 1885). EGWE 103.2
La respuesta de la Sra. de White a esta invitación fue afirmativa; sin embargo no estaba preparada para partir de inmediato. Durante el concilio habló en muchas ocasiones, mantuvo numerosas entrevistas y escribió en forma considerable. Necesitaba tiempo para descansar y reponerse. EGWE 103.3
Durante esa semana, sus pensamientos giraron en torno del fin del viaje por Europa. ¿Cuánto tiempo debería quedarse allí? ¿Seguiría aún en Europa en junio del verano próximo, cuando se realizaran las asambleas en Escandinavia? Al respecto escribió: EGWE 103.4
“Lo más seguro será visitar las iglesias principales de Escandinavia en la primera oportunidad... Sería una insensatez posponer durante otro verano esta parte de la obra, para cuyo cumplimiento hicimos el largo viaje desde Norteamérica”.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 174. EGWE 104.1
Por lo tanto, el martes 6 de octubre a las 9.30 de la noche, estuvo lista para el viaje. En un carruaje cruzó el Rin y se dirigió a Klein [la pequeña Basilea] donde ella y sus acompañantes tomaron un tren que atravesó Alemania y los condujo hacia el norte, a la misión dinamarquesa que iba a visitar. *Véase en Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 282, 283, el inspirador relato escrito por Elena G. de White acerca del monje Tausen, “El Reformador de Dinamarca”, y la influencia que este alumno de Martín Lutero ejerció al conducir a los daneses a la fe reformada. Años atrás, había visto en visión la condición de algunas iglesias escandinavas, y recibió muchas indicaciones del Señor en el sentido de que Dinamarca, Noruega y Suecia “eran campos promisorios de labor”. “Una gran obra—escribió—, aguarda a los misioneros en este campo”.—Ibid. EGWE 104.2