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La santificación es obra de toda la vida, 20 de abril FV 118

Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en verdad. Juan 17:19. FV 118.1

“La justicia por la cual somos justificados es imputada; la justicia por la cual somos santificados es impartida. La primera es nuestro derecho al cielo; la segunda, nuestra idoneidad para el cielo.”—Mensajes para los Jóvenes, 32. FV 118.2

“Cuando el pecador penitente, contrito ante Dios, reconoce la expiación de Cristo en su favor y acepta esta expiación como su única esperanza para esta vida y la futura, sus pecados son perdonados. Esta es la justificación por la fe.”—The S.D.A. Bible Commentary 6:1070. FV 118.3

“La santificación no es obra de un momento, una hora, o un día, sino de toda la vida. No se la consigue por medio de un feliz arranque de los sentimientos, sino que es el resultado de morir constantemente al pecado y vivir cada día para Cristo. No pueden corregirse los males ni producirse reformas en el carácter por medio de esfuerzos débiles e intermitentes. Solamente venceremos mediante un prolongado y perseverante trabajo, penosa disciplina, y duro conflicto.”—Los Hechos de los Apóstoles, 402. FV 118.4

“La santificación no es una mera teoría, una emoción o un conjunto de hermosas palabras, sino un principio activo y viviente entretejido en la vida cotidiana. Requiere que nuestros hábitos en el comer, beber y vestir, sean tales que aseguren la conservación de la salud física, mental y moral, de modo que podamos presentar al Señor nuestros cuerpos, no como una ofrenda corrompida por hábitos errados, sino como ‘un sacrificio vivo, santo y agradable.’”—The Review and Herald, 25 de enero de 1831. FV 118.5