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Consagrarnos a Cristo produce paz 1MCP 80

Todo nuestro futuro depende de nuestra acción individual en abrir nuestro corazón para recibir al Príncipe de paz. Nuestras mentes pueden encontrar reposo y quietud al dedicarnos a Cristo, en quien está la eficiencia del poder. Después de obtener esa paz, ese consuelo, esa esperanza, que él ofrece a tu alma, tu corazón se regocijará en Dios nuestro Salvador por la grande y maravillosa esperanza que te ofrece como persona que reconoce el gran Don. Entonces estarás tan agradecido que alabarás a Dios por el gran amor y gracia que te otorgó. 1MCP 80.1

Contempla a tu Ayudador, Jesucristo. Dale la bienvenida e invita a su amorosa presencia. Tu mente puede ser renovada día tras día, y es tu privilegio, aceptar la paz y el descanso, elevarte por sobre las preocupaciones, y alabar a Dios por tus bendiciones. No levantes barreras con cosas objetables para mantener a Jesús lejos de tu alma. Cambia tu voz; no te quejes; expresa tu gratitud por el gran amor de Cristo que se te ha mostrado y se te sigue ofreciendo.—Carta 294, 1906. 1MCP 80.2