No esperen, cuando hayan tratado un tema una vez, que sus oyentes retendrán todo lo que ustedes han presentado. Existe el peligro de pasar demasiado rápido de un punto a otro. Dense lecciones cortas, en lenguaje claro y sencillo, y repítanse a menudo. Los sermones cortos serán recordados mucho mejor que los largos. Nuestros oradores necesitan recordar que los temas que presentan pueden ser nuevos para algunos de sus oyentes; por lo tanto, conviene repasar a menudo los principales puntos.—Obreros Evangélicos, 177 (1915). 2MCP 222.2