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La individualidad no debe ser destruida 2MCP 70

El Señor no quiere que se destruya nuestra individualidad; no es su propósito que dos personas sean exactamente iguales en gustos y disposiciones. Todos tienen características peculiares, y estas no deben destruirse, sino educarse, moldearse, transformarse a la similitud de Cristo. El Señor convierte las actitudes y las capacidades naturales, en instrumentos provechosos. En el desarrollo de las facultades que Dios ha dado, los talentos y las habilidades crecen, si el instrumento humano reconoce el hecho de que sus facultades le han sido confiadas por Dios, para ser usadas, no con propósitos egoístas [...], sino para la gloria de Dios y el bien de sus semejantes.—Nuestra Elavada Vocacion, 92 (1894). 2MCP 70.4