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    Finanzas de la obra

    Mayordomos fieles - La negligencia es un robo—“Colaboren con el Señor todos los que temen a Dios y sean fieles mayordomos. La verdad debe ir a todas partes del mundo. Se me ha mostrado que muchos en nuestras iglesias están robande a Dios en los diezmos y las ofrendas. El Señor cumplirá en ellos lo que ha declarado. A los obedientes dará ricas bendiciones; a los transgresores, maldición. Todo hombre que lleva el mensaje de la verdad a nuestras iglesias debe cumplir su deber de amonestar, educar y reprender. Todo descuido del deber, que equivale a robar a Dios, implica maldición para el culpable”.—Testimonios para los Ministros, 306, 307.LC 89.1

    Fidelidad en los diezmos—“Esto no lo pide un hombre; es uno de los mandatos de Dios, por medio del cual se puede sostener su obra y promover su progreso en el mundo. Dios nos ayude a arrepentirnos. ‘Volveos a mí—dice él—, y yo me volveré a vosotros’. Malaquías 3:7. Los hombres que quieran cumplir su deber lo encuentran expresado con toda claridad en este capítulo. Nadie puede dar excusas para no devolver su diezmo y dar sus ofrendas al Altísimo”.—Testimonios para los Ministros, 307.LC 89.2

    No usurpar los recursos necesarios para la causa de Dios—“¿Ha habido algo de este tipo de regocijo entre los que ocupan puestos de responsabilidad en la obra de Dios? Para ellos ha sido un bochorno, y cuando vean lo ofensivo que es su curso de acción ante Dios, se llenarán de vergüenza. La ira de Dios se manifiesta contra los que se regocijan en robar a sus semejantes, los que usurpan los medios que se deben emplear para adelantar la obra. El Señor pregunta: ‘¿Quién dio esa autoridad a estos hombres?’ Han amado más la causa de Dios los que fueron despojados que ellos mismos. Han usado ingeniosamente un talento otorgado por Dios para ser usado para su gloria, con el fin de dificultar la vida de los que, con sinceridad y fervor, han tratado de cumplir la voluntad de Dios. En todo esto han manifestado los atributos de Satanás”. Carta 34, 1899, p. 12, (14 de febrero de 1899, a “Hermanos y hermanas”).LC 89.3

    El costo de las prácticas fraudulentas—“Debemos recordar que las discordias y las transacciones tramposas jamás servirán a la causa de enriquecer las instituciones de Dios. Dios, por medio de su providencia, elimina el dinero granado por medio de ardides fraudulentos. La práctica de artimañas tramposas siempre produce descontento y desunión. Provoca falta de confianza. Se crea la impresión de que hay algunos que constantemente tratan de ganarle a otros en el negocio. Existen quienes siempre tratan de imponer condiciones que no son justas ni rectas porque piensan que pueden imponerlas, y lo harán. Los principios equivocados que por años se han introducido en la obra deben ser eliminados de raíz. El amor fraternal debe prevalecer. Los que creen que pueden obtener lucro para la causa por medio de prácticas fraudulentas y tácticas mundanas, no glorifican a Dios. El Señor no acepta ni una jota y ni un tilde de tales ofrendas. Dios odia tales demostraciones”. Manuscrito 16, 1901, p. 14, (25 de febrero de 1901, testimonio a la iglesia de Battle Creek).LC 89.4

    Las finanzas deben ser atendidas por hombres de negocios—“Es un gran error que un pastor que tenga el don de predicar el evangelio con poder, necesite ocuparse constantemente de asuntos financieros. El que proclama la Palabra de vida no ha de permitir que se coloquen sobre él demasiadas cargas. Ellos deben poder dedicar tiempo a estudiar la Palabra y examinarse a sí mismos. Si escudriñan su propio corazón y se entregan al Señor, aprenderán mejor cómo comprender los misterios de Dios...LC 90.1

    “Las finanzas de la causa han ser manejadas adecuadamente por hombres de capacidad comercial; pero los predicadores y evangelistas están apartados para otro ramo de trabajo. Descanse el manejo de los asuntos financieros sobre otras personas, y no sobre aquellas que han sido apartadas para la obra de la predicación del evangelio. Nuestros misioneros no han de ser cargados pesadamente con los detalles económicos de la obra evangélica que se realiza en nuestras grandes ciudades. Los que están a cargo de nuestras asociaciones deben encontrar a hombres de negocio para que cuiden de los detalles financieros de la obra en la ciudad. Si no puede hallarse a tales personas, provéanse facilidades para que se eduquen a hombres que lleven esas cargas.LC 90.2

    “Algunas veces los encargados de la obra se han equivocado al permitir que se nombre a personas que no tienen tacto y habilidad en los negocios para manejar los intereses financieros de importancia. La aptitud de un hombre para una posición no siempre lo califica para ocupar otra posición. La experiencia es de gran valor. El Señor desea tener en su obra a hombres de inteligencia; hombres calificados para llevar responsabilidades de confianza en nuestras asociaciones e instituciones. Se necesita especialmente financistas consagrados; hombres que lleven los principios de la verdad en toda transacción de negocios. Los encargados de los asuntos financieros no deben asumir otros cargos, cargos que son incapaces de llevar; tampoco la administración debe ser confiada a hombros incompetentes”.—Advent Review and Sabbath Herald, 5 de octubre de 1905.LC 90.3

    Resultados de hábitos financieros erróneos—“El resultado es que la causa de Dios experimenta perplejidades y dificultades, y se echa un gran peso sobre los que han sido designados para llevar tremendas responsabilidades. Si se permite que continúe esta manera floja de atender los asuntos comerciales, no solamente se permitirá un drenaje de medios de la tesorería, sino que también se cortaran los fondos que provienen de los hermanos. Esto destruirá su confianza en quienes están encabezando la obra y tienen a su cargo el manejo de los fondos, e inducirá a muchos a cesar en sus donaciones y ofrendas”.—El Colportor Evangélico, 99 (1999).LC 91.1

    Los recursos deben emplearse con sabiduría—“Los hombres en posiciones de confianza deben considerar los medios que pasan por sus manos como rentas de Dios, y que los deben emplear en forma económica. Cuando haya abundancia en la tesorería, no se deben invertir en la construcción de edificios en lugares donde ya existen memoriales para Dios. Centenares de otros lugares necesitan ese dinero, para que ellos también tengan algo establecido que represente la verdad. Debemos trabajar en todos los lugares de la viña del Señor. El poder de emplear y desembolsar el dinero del Señor no se debe dejar al juicio de un solo hombre”.—Medical Ministry, 164, 165.LC 91.2

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