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Testimonios para los Ministros - Contents
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    “Dame... tu corazón”

    Adelaida, Australia,

    12 de octubre de 1896

    Los que ocupan puestos de responsabilidad no deben convertirse a los principios egoístas y dispendiosos del mundo, porque no les alcanzaría el dinero; y si les alcanzara, los principios cristianos no se lo permitirían. Hay que impartir una enseñanza multiforme. “¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados? ¿a los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá”. Así la Palabra del Señor debe ser presentada pacientemente a los niños, y mantenida ante ellos, por parte de los padres que creen en ella. “Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo, a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y éste es el refrigerio; mas no quisieron oír. La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos”. ¿Por qué? Porque no escucharon la palabra del Señor que vino a ellos.TM 418.2

    Esto alude a los que no han recibido la instrucción sino que han albergado su propia sabiduría y han elegido manejarse a sí mismos de acuerdo con sus propias ideas. El Señor les da la prueba para que se determinen a seguir su consejo, o lo rechacen y actúen según sus propias ideas; entonces él los abandonará al seguro resultado de su conducta. En todos nuestros caminos, en todo nuestro servicio hacia Dios, él nos habla: “Dame... tu corazón”. Es el espíritu sumiso y dócil lo que Dios quiere. Lo que le da a la oración su excelencia es el hecho de que parte de un corazón amante y obediente.TM 419.1

    Dios requiere ciertas cosas de sus hijos; si ellos dicen: No renunciaré a mis ideas para hacer esto, el Señor les permite obrar de acuerdo con su supuesto buen juicio sin la sabiduría celestial, hasta que este texto (Isaías 28:13) se cumpla. No habéis de decir: Seguiré la dirección del Señor hasta un cierto punto que esté de acuerdo con mi juicio, aferrándoos entonces a vuestras propias ideas, negándoos a ser modelados a la semejanza del Señor. Hágase la pregunta: ¿Es ésta la voluntad del Señor? y no, ¿es ésta la opinión o el juicio de -----?TM 419.2

    La norma del señor

    Todas las cosas deben ser vistas a la luz del ejemplo de Cristo. El es la verdad. El es la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. Escuchad sus palabras, imitad su ejemplo de abnegación y sacrificio y mirad a los méritos de Cristo para que se os conceda la gloria de carácter que él posee. Los que siguen a Cristo no viven para agradarse a sí mismos. Las normas humanas son como débiles cañas. La norma del Señor es la perfección de carácter.TM 419.3

    “Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim, como en el valle de Gabaón se enojará; para hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su extraña operación. Ahora, pues, no os burléis, porque no se aprieten más vuestras ataduras; porque destrucción ya determinada sobre toda la tierra he oído del Señor, Jehová de los ejércitos”. Leed Deuteronomio 7:6. Leed todo el capítulo; también los capítulos 1 y 8. Estos me fueron presentados como palabras del Señor. Estas cosas son escritas para nuestra admonición, en quienes los fines de los siglos han parado.TM 420.1

    En relación con nuestras instituciones debemos tener solamente a personas que escuchen la palabra del Señor y aprecien y obedezcan su voz. Cuando un hombre pide y exige que su punto de vista y su juicio sean supremos en cualquiera de nuestras instituciones, no podéis tener mayor evidencia de que ese hombre no se conoce a sí mismo y que no está calificado para dirigir. Cometerá errores y dañará en lugar de restaurar. No sabe qué responsabilidades implican su relación con Dios o con sus semejantes.TM 420.2

    “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar!” Los que andan humildemente con Dios no estarán luchando para obtener mayores responsabilidades, sino que considerarán que tienen una obra especial que hacer, y serán fieles a su deber. En nuestras instituciones puede hacerse un gran bien enseñando por precepto y por ejemplo la economía en todas las cosas. Si usted, hermano mío, hubiera aprendido en la escuela de Cristo a ser manso y humilde de corazón, siempre estaría en terreno ventajoso. Usted no tiene un carácter ecuánime y equilibrado. No puede con seguridad poner su confianza en su propio juicio en todas las cosas. La forma de actuar del hombre consiste en idear y planear; Dios establece un principio. El hombre lucha para suavizar el deber y para acomodarlo a su propio carácter natural; pero la vida es un campo de batalla; la vida es una carrera que él debe correr si quiere salir victorioso...TM 420.3

    Las excusas no tienen valor

    La pregunta que debemos considerar es ésta: ¿Tenemos los atributos de Cristo? Las excusas no tienen valor. Todas las circunstancias, todos los apetitos y pasiones, han de ser siervos del hombre que teme a Dios, y no sus amos. El cristiano no ha de ser esclavizado por ningún hábito o tendencia heredada o cultivada. Debe dominar las pasiones animales y no ser esclavizado por el hábito.TM 421.1

    No debemos ser siervos de las circunstancias sino dominarlas por un principio que actúe interiormente, aprendido del mayor Maestro que el mundo conoció. La solemne actitud que asumimos hoy hacia el mundo, los deberes y responsabilidades solemnes que el Señor nos ha dado, no deben ser postergados hasta que estén de acuerdo con nuestra voluntad o nuestras circunstancias. El principio de la abnegación y el sacrificio, revelado en el ejemplo de Cristo, de Juan el Bautista, de Daniel y los tres jóvenes hebreos, ha de pasar como una reja de arado a través de los hábitos heredados y cultivados en todas las circunstancias y ambientes.TM 421.2

    Os pregunto: ¿Está el reino de Dios dentro de vosotros? El pueblo de Dios ha de componerse de hombres que estén siempre listos, siempre a las órdenes de Jesucristo. Ya ha llegado el tiempo en que en un momento podremos estar pisando tierra firme y en el siguiente la tierra estará moviéndose debajo de nuestros pies. Ocurrirán terremotos donde menos se los espera.TM 421.3

    El cristianismo tiene un significado mucho más amplio que el que muchos le han dado hasta aquí. No es un credo. Es la palabra de Aquel que vive y permanece para siempre. Es un principio vivo, animador, que toma posesión de la mente, el corazón, los motivos y el hombre entero. Cristianismo, ¡oh! ¡ojalá podamos experimentar cómo obra! Es una experiencia vital, personal, que eleva y ennoblece al hombre entero. Todo hombre es responsable ante Dios quien ha hecho provisión para que todos reciban esta bendición. Pero muchos no la reciben, aun cuando Cristo la ha comprado para ellos a un costo infinito. No se han posesionado de la bendición que está a su alcance, y por lo tanto han retenido los rasgos objetables de su carácter, y el pecado yace a la puerta. Mientras profesan piedad. Satanás los ha convertido en agentes suyos para derribar y confundir donde a él le parezca mejor. Ejercen una influencia deletérea sobre las almas de muchos que necesitan un ejemplo que los ayude en su camino al cielo.TM 421.4

    ¿Quiénes son los súbditos del reino de Dios? Todos los que hacen su voluntad. Tienen justicia, paz, y gozo en el Espíritu Santo. Los miembros del reino de Cristo son los hijos de Dios, socios en su gran firma. Los elegidos de Dios son un linaje escogido, un pueblo adquirido por Dios, una nación santa, para anunciar las virtudes de Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Son la sal de la tierra, la luz del mundo. Son piedras vivas, un real sacerdocio. Son socios con Cristo Jesús. Estos son los que siguen al Cordero dondequiera que va...TM 422.1

    Nuestra individualidad

    Hay derechos que pertenecen a todo individuo. Tenemos una individualidad y una identidad que es nuestra. Nadie puede sumergir su identidad en la de otra persona. Todos deben actuar por sí mismos, de acuerdo con los dictados de su propia conciencia. En lo que respecta a nuestra responsabilidad e influencia, somos responsables ante Dios porque derivamos nuestra vida de él. No la obtenemos de la humanidad, sino sólo de Dios. Somos suyos por la creación y por la redención. Aun nuestros cuerpos no nos pertenecen para tratarlos como nos agrada, para arruinarlos con hábitos que conducen a la ruina, haciendo imposible rendir a Dios un servicio perfecto. Nuestra vida y todas nuestras facultades le pertenecen a él. El cuida de nosotros en todo momento; él mantiene la maquinaria viva en acción; si se nos dejara para que nosotros la accionáramos durante un solo instante, moriríamos. Dependemos de Dios en forma absoluta.TM 422.2

    Captamos una gran lección cuando comprendemos nuestra relación con Dios, y su relación con nosotros. Las palabras: “No sois vuestros” “porque habéis sido comprados por precio” deben grabarse en nuestra memoria para que siempre reconozcamos el derecho que Dios tiene a nuestros talentos, nuestra propiedad, nuestra influencia, nuestro yo individual. Hemos de aprender cómo tratar este don de Dios en mente, alma y cuerpo para que, como posesión comprada por Cristo, le rindamos un servicio sano y fragante.TM 423.1

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