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    CARTA ABIERTA

    Al Rev. J. H. Knowles, Secretario de la American Sabbath Union.LDN 140.2

    APRECIADO SEÑOR: En los documentos mensuales de la Asociación Americana pro Domingo, que usted dirige, usted ha elegido acusarme de falta de sinceridad; y también hizo lo mejor que pudo para hacer aparecer que yo “admití todo lo que los amigos de la ley del descanso dominical generalmente aseveran: el derecho del Gobierno de dictar leyes dominicales para el bien público”.LDN 140.3

    Usted ha confundido maliciosamente extractos del informe de mi discurso ante la Comisión del Senado sobre la ley dominical, y luego puso en cursiva ciertas palabras y frases en un pasaje para tratar de hacer aparecer que yo admito el derecho del Gobierno de dictar leyes dominicales para el bien público.LDN 140.4

    Usted ha citado de mi discurso las siguientes palabras de la siguiente manera:LDN 140.5

    Cuandoquiera algún gobierno civil intenta imponer algo con respecto a cualquiera de los cuatro primeros mandamientos, invade la prerrogativa de Dios, y debe ser desobedecida (yo no digo resistida, sino desobedecida)… El Estado, en su legislación, nunca puede legislar apropiadamente respecto a ninguna fe religiosa del hombre, o en relación con alguno de los primeros cuatro mandamientos del decálogo; pero si en el ejercicio de sus convicciones religiosas bajo los primeros cuatro mandamientos él invade el derecho de su prójimo, entonces el gobierno civil dice que es ilegal. ¿Por qué? ¿Porque es irreligioso o porque es inmoral? De ninguna manera; sino porque es incivil, y solo por esa razón. [La cursiva es nuestra. — ED]LDN 140.6

    Es en la porción que puso en cursiva donde hizo el esfuerzo de hacerme admitir lo que continua y consistentemente negué ante la comisión, y lo niego en todo otro lugar. Usted ha insertado en la cita de arriba tres puntos suspensivos, indicando que ha dejado afuera una porción; y usted sabe muy bien, señor, que en la porción omitida, aparece lo siguiente:LDN 141.1

    Senador Blair. — ‘¿Entonces, usted se opone a todas las leyes dominicales del país?’LDN 141.2

    Sr. Jones. — ‘Sí, señor’.LDN 141.3

    Senador Blair. — ‘¿Usted está contra de todas las leyes dominicales?’LDN 141.4

    Sr. Jones. — ‘Sí, señor; estamos en contra de toda ley dominical que alguna vez se dictó en el mundo, desde la primera, promulgada por Constantino hasta esta que ahora se propone.’LDN 141.5

    Senador Blair. — ¿Del Estado y nacional, por igual?’LDN 141.6

    Sr. Jones. — ‘Del Estado y nacional, señor.’LDN 141.7

    No solo estaban estas palabras allí, sino que en la porción que sigue a las palabras en cursiva, usted mismo imprimió mi clara negación del derecho de cualesquiera novecientos noventa y nueve personas de mil para obligar al milésimo hombre a descansar en el día en que descansa la mayoría, en la forma siguiente:LDN 141.8

    Senador Blair. — ‘La mayoría tiene un derecho de gobernar en lo que corresponde a la reglamentación de la sociedad; y si César reglamenta a la sociedad, entonces la mayoría tiene un derecho en este país de decir qué se dará a César.’LDN 141.9

    Sr. Jones. — ‘Si novecientas noventa y nueve personas de cada mil en los Estados Unidos guardaran el séptimo día, es decir el sábado, y yo estimara que mi elección y derecho es guardar el domingo, yo insistiría en ello, y ellos no tendrían derecho a obligarme a descansar en sábado.’LDN 141.10

    Senador Blair. — ‘En otras palabras, ¿usted toma la base de que para el bien de la sociedad, sin tomar en cuenta el aspecto religioso del asunto, la sociedad no puede requerir la abstinencia del trabajo en el día de reposo, si perturba a otros?’LDN 141.11

    Sr. Jones. — ‘No, señor.’LDN 142.1

    Senador Blair. — ‘Usted es completamente lógico en todo [su argumento] de que no debe haber día de reposo.LDN 142.2

    Mi última expresión que decía, ‘No, señor’, está en armonía y tenía la intención cuando fue dicha de estar en armonía, con la declaración inquisitiva del Senador Blair de si la sociedad no puede requerir la abstención del trabajo en el día de reposo. Mi respuesta allí significa, y cuando fue pronunciada tenía la intención de significar, que la sociedad no puede hacer tal cosa. En cuanto a que perturbe a otros, yo acababa de demostrar que las ocupaciones comunes de los hombres que eligen trabajar en domingo o en cualquier otro día no perturban y no pueden perturbar al resto de la mayoría que elige descansar en ese día.LDN 142.3

    Otra vez: Un poco más adelante usted imprime otro pasaje en el cual están las siguientes palabras:LDN 142.4

    Senador Blair. — ‘¿Usted aboliría cualquier día de reposo en la práctica humana que estuviera en forma de ley, a menos que el individuo aquí y allá viera conveniente observarlo?’LDN 142.5

    Sr. Jones. — ‘Ciertamente; ese es un asunto entre el hombre y su Dios.’LDN 142.6

    Ahora, me gustaría que usted en un documento mensual, o por algún otro medio, mostrara cómo por cualquier otro medio justo, o con un propósito sincero, puedan aunque sea con el uso de cursivas, hacerme admitir en ese discurso el derecho del Gobierno de dictar leyes dominicales para el bien público. Usted sabe, señor, que en el discurso declaré en forma definida que ninguna ley humana para la imposición del día de reposo, en lugar de ser “para el bien de la sociedad, es para la ruina de la sociedad”.LDN 142.7

    Además, usted sabe, porque lo imprimió en uno de sus documentos, que el Senador Blair me dijo: “Usted es completamente lógico en todo [su argumento] de que no debe haber día de reposo”. Usted sabe que en otro lugar él me dijo otra vez: “Usted es enteramente lógico, porque dice que no debe haber legislación dominical por el Estado ni tampoco por la nación”.LDN 142.8

    Ahora, señor, repito, usted me ha acusado de falta de sinceridad. Cualquiera que hace una acusación como ésa debiera ser sincero. Por lo tanto, ¿explicaría sobre qué principios pretende ser sincero en esto, cuando frente a estas declaraciones positivas y explícitas al contrario, y la confirmación del Senador Blair de ellas en ese efecto, usted deliberadamente intentar plasmar a la fuerza en mis palabras un significado que nunca estuvo allí, que nunca tuvo la intención de estar allí, y que nunca puede, por medios honestos, ser colocado allí?LDN 142.9

    Más que esto: Difícilmente puede pensarse que el Senador Blair apreciará muy altamente el cumplido que usted le dio a su discernimiento lógico, cuando en el hecho de su declaración repetida de que yo era lógico en todo, usted impone a mis palabras un significado que no podría tener otro efecto que hacerme ilógico a mí en todo.LDN 143.1

    No tengo objeción que usted imprima mis palabras como fueron habladas; pero sí objeto que usted introduzca en mis palabras un significado directamente contrario a lo que las palabras mismas trasmiten; y además objeto su confusión maliciosa de mis declaraciones como para hacer posible que usted introduzca en ellas un significado que nunca pueden, honestamente, soportar.LDN 143.2

    En ese discurso también dije que si un adorador de ídolos en este país intentara ofrecer un sacrificio humano, el Gobierno debería proteger la vida de su súbdito del ejercicio de la religión de ese hombre; que él tiene el derecho de adorar a cualquier ídolo que elija, pero que no tiene el derecho de cometer un homicidio en la adoración de su ídolo, y el Estado prohíbe el homicidio sin ninguna referencia al tema de si ese hombre es religioso o si adora o no, sin referencia ninguna al mandamiento que prohíbe la adoración de ídolos, y sin ninguna intención de prohibir su idolatría. También declaré que si alguno, reclamando el ejemplo apostólico, practicara la comunidad de propiedades, y al llevar esto a la práctica tomara la propiedad suya o mía sin nuestro consentimiento, el Estado prohibiría el robo sin referencia ninguna a las opiniones religiosas del hombre, y sin pensar en prohibir la práctica de la comunidad de propiedades. Usted sabe que fue con referencia directa a estas palabras que yo usé las palabras que usted puso en cursiva. Allí negué definidamente que el Estado pueda, por derecho, legislar alguna vez en relación con los primeros cuatro mandamientos del decálogo. Pero, si algún hombre en el ejercicio de sus derechos bajo los primeros cuatro mandamientos, y en este caso bajo el cuarto mandamiento, invadiera el derecho de su vecino, como lo expresé, al poner en peligro su vida, su libertad o su propiedad, o atacara su carácter, o invadiera sus derechos de algún otro modo, el gobierno tiene el derecho de prohibirlo, por causa de la falta de civilidad; pero nunca con dudas sobre si el hombre es religioso o irreligioso, y nunca con un propósito o la intención de prohibir el libre ejercicio del derecho de todo hombre a trabajar en cualquier día o en todos los días, según él elija.LDN 143.3

    Esto es precisamente lo que cada Estado de esta Unión ya hace por medio de estatutos que castigan las perturbaciones de la adoración religiosa o las reuniones religiosas, o asambleas de cualquier clase. Pero hay una vasta diferencia entre estatutos como éstos y los que ustedes desean que se promulguen. Estos son estrictamente estatutos civiles, prohibiendo la incivilidad, y están lejos de alguna cosa como la imposición de observancias religiosas. Los promotores de la ley dominical se quejan de la perturbación de su propia adoración en domingo. Si son sinceros en esto, ¿por qué no imponen las leyes que ya están en los libros de estatutos que prohíben la perturbación de la adoración? California, por ejemplo, prohíbe la perturbación de la adoración, bajo pena de quinientos dólares de multa y seis meses de cárcel. Pero en lugar de imponer estas leyes legítimas, ustedes proponen prohibir la perturbación de su adoración en domingo al obligar a todos a guardar el domingo. Sobre este mismo principio, ustedes podrían desear que el Estado prohíba la ofrenda de sacrificios humanos por un adorador de ídolos, al obligarlo a guardar el segundo mandamiento. En pocas palabras, el principio es que ustedes quieren que el Estado prohíba la incivilidad al obligar a todos a ser religiosos. Y ustedes están tan hechizados con esta idea distorsionada, que han elegido en su falta de sinceridad y por cursivas obligarme a sancionar el malvado principio. Pero no funcionará. Yo siempre digo, si la adoración de ustedes es perturbada en domingo o en cualquier otro momento, que el Estado castigue a la persona o personas que provocan la perturbación. Que el Estado los castigue por medio de los estatutos estrictamente legítimos que los Estados ya tienen sobre este tema. Pero que el Estado nunca intente prohibir la perturbación de la adoración intentando obligar a los hombres a adorar, ni que intente prohibir la incivilidad imponiendo observancias religiosas. Esto es exactamente lo que yo tenía en vista, y es precisamente lo que quería decir, en las palabras que ustedes pusieron en cursiva.LDN 144.1

    Todo esto se muestra además en mi argumentación, en que, inmediatamente después de las palabras que ustedes pusieron en cursiva, yo demostré que el trabajo en domingo no perturba el descanso o la adoración de aquellos que guardan el domingo. Y la conclusión de eso es, por lo tanto, que no hay base para las leyes dominicales sobre ese motivo. Esto lo demuestro por el hecho de que la gente que hace de esto el motivo de su demanda de leyes dominicales, no reconoce por un instante que trabajar en el séptimo día perturbe el descanso o la adoración de las personas que guardan el séptimo día. Allí mostré que si su trabajo en el séptimo día no perturba mi descanso o mi adoración, mi trabajo en domingo no puede perturbar el descanso o la adoración de ustedes. Preparé este argumento no solo sobre este principio, sino sobre la experiencia real. Yo sé, por mi experiencia de quince años, que el trabajo de otras personas en sábado no perturban ni mi descanso ni mi adoración en ese día. Hay adventistas del séptimo día en cada Estado y Territorio de esta nación, en Canadá, casi en cada país de Europa, las Islas Sándwich, Australia, Sudamérica, China, Sudáfrica, y otros lugares. Todos descansan en el séptimo día; todos lo guardan como el día de reposo para el Señor. Pero ninguna persona ha oído hasta ahora que un adventista del séptimo día se haya quejado alguna vez de que su descanso en sábado haya sido perturbado por el trabajo de otros hombres. No solo esto es así, pero los adventistas del séptimo día han organizado iglesias en la gran mayoría de los Estados y Territorios de esta Unión. Estas iglesias se encuentran en lugares rurales, en aldeas, pueblos y ciudades. Se reúnen para adorar cada sábado; y aunque, como todos saben, el séptimo día es el día más agitado de la semana, en medio de ciudades activas como Chicago, Denver, San Francisco, Minneapolis, y la ciudad de Kansas, estas iglesias de los adventistas del séptimo día se reúnen regularmente para la adoración; y ninguna persona ha oído alguna vez que ningún adventista del séptimo día se quejara de que su adoración fue perturbada por el trabajo, el comercio o el tráfico que realizan otras personas en ese día. El hecho es que nuestra adoración no es perturbada por estas cosas.LDN 144.2

    Ahora, señor, si toda esta labor, negocios y tráfico que se realiza en el séptimo día, el día que todos reconocen como el día más ocupado de la semana; si todo esto, en ciudades como las que mencioné, no perturban nuestro descanso o nuestra adoración, ¿explíqueme por favor cómo el descanso o la adoración de ustedes puede ser perturbada en domingo, cuando los trabajos, los negocios o el tráfico realizados en ese día no llegan ni a la milésima parte de lo que se hace en el séptimo día?LDN 145.1

    Esto, estimado señor, es solo un argumento adicional, pero que descansa sobre la experiencia viva de miles de personas cada séptimo día, mostrando en forma concluyente que toda la teoría y reclamo de ustedes de leyes dominicales se quebranta totalmente en todo punto.LDN 145.2

    ALONZO T. JONES.

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