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Reflejemos a Jesús - Contents
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    Tierna consideración hacia los obreros ancianos, 23 de septiembre

    Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová. Levítico 19:32.RJ 272.1

    La historia de Juan nos proporciona una notable ilustración de cómo Dios puede usar a los obreros de edad. Cuando Juan fue desterrado a la isla de Patmos, muchos lo consideraban incapaz de seguir sirviendo, una caña vieja y cascada, propensa a caer en cualquier momento. Pero el Señor juzgó conveniente usarlo todavía. Aunque alejado de las escenas de su trabajo anterior, no dejó de dar testimonio de la verdad. Aun en Patmos se hizo de amigos y ganó conversos. Su mensaje era de gozo, pues proclamaba a un Salvador resucitado que desde lo alto estaba intercediendo por su pueblo hasta que regresara para llevarlo consigo. Después de envejecer en el servicio de su Señor, Juan recibió más comunicaciones del cielo de las que había recibido durante todos los años anteriores de su vida.RJ 272.2

    La más tierna consideración debe manifestarse hacia aquellos cuyos intereses de toda la vida han estado ligados con la obra de Dios. Esos obreros ancianos han permanecido fieles en medio de tormentas y pruebas. Pueden tener achaques, pero aún poseen talentos que los hacen aptos para ocupar su lugar en la causa de Dios. Aunque gastados e imposibilitados de asumir las pesadas cargas que los más jóvenes pueden y deben llevar, el consejo que pueden dar es del más alto valor.RJ 272.3

    Pueden haber cometido equivocaciones, pero de sus fracasos aprendieron a evitar errores y peligros... Sufrieron pruebas y dificultades y aunque han perdido parte de su vigor, el Señor no los pone a un lado. Les da gracia especial y sabiduría.RJ 272.4

    Los que han servido a su Señor cuando el trabajo era duro, que han soportado la pobreza y se han mantenido fieles cuando sólo unos pocos estaban de parte de la verdad, deben ser honrados y respetados... Reconozcan los más jóvenes que son sumamente favorecidos al tener entre ellos a esos obreros. Déseles un lugar de honor en sus concilios.RJ 272.5

    A medida que se acerquen al fin de su ministerio terrenal los que han gastado la vida en el servicio de Cristo, el Espíritu Santo los impulsará a contar los incidentes que han tenido en relación con la obra de Dios. El relato del maravilloso trato de Dios con su pueblo, de su gran bondad al librarlos de las pruebas, debe repetirse ante los que son nuevos en la fe. Dios desea que los obreros ancianos y probados ocupen su lugar y hagan su parte para impedir que los hombres y mujeres sean arrastrados por la poderosa corriente del mal; desea que mantengan ceñida su armadura hasta que El les ordene deponerla.—Los Hechos de los Apóstoles, 473, 474.RJ 272.6