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La Historia de la Redención - Contents
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    Capítulo 54—El mensaje del tercer ángel

    Cuando Cristo entró en el lugar santísimo del santuario celestial para realizar la obra final de la expiación, encomendó a sus siervos el último mensaje de misericordia que habría de darse al mundo. Esa es la advertencia del tercer ángel de Apocalipsis 14. Inmediatamente después de esa proclamación el profeta ve al Hijo del hombre que viene en gloria para segar la mies de la tierra.HR 398.1

    Tal como fue predicho en las Escrituras, el ministerio de Cristo en el lugar santísimo comenzó al final de los días proféticos en 1844. A ese momento se aplican las palabras del revelador: “El templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo”. Apocalipsis 11:19. El arca del testamento de Dios está en el segundo compartimento del santuario. Cuando Cristo entró allí, para oficiar en favor de los pecadores, el templo interior fue abierto, y el arca de Dios quedó a la vista. La majestad y el poder de Dios fueron revelados a quienes por la fe contemplaban al Salvador mientras llevaba a cabo su obra de intercesión. Cuando la estela de su gloria llenaba el templo, una luz procedente del lugar santísimo se esparció sobre su pueblo que aguardaba en la tierra.HR 398.2

    Habían seguido por fe a su Sumo Sacerdote desde el lugar santo hasta el lugar santísimo, y lo vieron invocando su sangre para suplicar ante el arca de Dios. Dentro de esa arca sagrada está la ley, que fue promulgada por el Señor mismo entre los truenos del Sinaí, y fue escrita con su propio dedo en tablas de piedra. Ni un solo mandamiento ha sido anulado; ni una jota ni un tilde han sido cambiados. Cuando el Altísimo dio a Moisés la copia de su ley, conservó el gran original en el santuario de arriba. Al examinar sus santos preceptos, los buscadores de la verdad encontraron en el mismo seno del Decálogo el cuarto mandamiento, tal como fue proclamado en un principio: “Acuérdate del día de reposo [sábado] para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo [sábado] para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”. Éxodo 20:8-11.HR 398.3

    El Espíritu de Dios impresionó los corazones de esos estudiosos de su Palabra. Se convencieron de que habían transgredido por ignorancia el cuarto mandamiento al no tomar en cuenta el día de descanso del Creador. Comenzaron a examinar las razones por las cuales observaban el primer día de la semana en vez del día que Dios había santificado. No pudieron encontrar evidencias en las Escrituras de que el cuarto mandamiento hubiera sido abolido, o de que el sábado hubiese sido cambiado; la bendición que había santificado en un principio al séptimo día nunca había sido eliminada. Habían estado tratando honestamente de conocer la voluntad de Dios y ahora, al comprender que eran transgresores de su ley, el pesar llenó su corazones. Inmediatamente pusieron en evidencia su lealtad a Dios guardando su santo sábado.HR 399.1

    Muchos y tenaces fueron los esfuerzos que se hicieron para derribar su fe. Nadie podía dejar de ver que si el santuario terrenal era una figura o modelo del celestial, la ley depositada en el arca en la tierra era una exacta transcripción de la ley que se encontraba en el arca en los cielos, y que la aceptación de la verdad concerniente al santuario celestial implicaba un reconocimiento de los requisitos de la ley de Dios, y la obligación de guardar el sábado del cuarto mandamiento.HR 400.1

    Los que habían aceptado la luz relativa a la mediación de Cristo y la perpetuidad de la ley de Dios, descubrieron que ésas eran las verdades presentadas en el tercer mensaje. El ángel declara: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Apocalipsis 14:12. Esta declaración está precedida por una solemne y temible advertencia: “Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira”. Apocalipsis 14:9, 10. Se necesitaba una interpretación de los símbolos empleados aquí para poder comprender el mensaje. ¿Qué representan la bestia, la imagen y la marca? Nuevamente los que estaban buscando la verdad volvieron al estudio de las profecías.HR 400.2

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