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Mente, Cáracter y Personalidad 2 - Contents
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    2—La ley de Dios en el mundo físico

    Leyes que surgen del amor—Las leyes de Dios se fundan en una inmutable rectitud, y han sido conformadas para promover la felicidad de los que las obedecen.—HHD 269 (1888).2MCP89 586.5

    Los principios que cada instrumento humano debe obedecer fluyen del corazón de amor infinito.—Mensajes Selectos 2:247 (1893).2MCP89 587.1

    La ley del servicio—Los seguidores de Cristo han sido redimidos para servir. Nuestro Señor enseña que el verdadero objeto de la vida es el ministerio. Cristo mismo fue obrero, y a todos sus seguidores les presenta la ley del servicio, el servicio a Dios y a sus semejantes. Aquí Cristo presenta al mundo un concepto más elevado acerca de la vida de lo que jamás ellos habían conocido. Mediante una vida de servicio en favor de otros, el hombre se pone en íntima relación con Cristo. La ley del servicio viene a ser el eslabón que nos une a Dios y a nuestros semejantes.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 262; 228 (1900).2MCP89 587.2

    La ley establece que nadie vive para sí mismo—Bajo la dirección de Dios, Adán debía quedar a la cabeza de la familia terrenal y mantener los principios de la familia celestial. Ello habría ocasionado paz y felicidad. Pero Satanás estaba resuelto a oponerse a la ley de que nadie “vive para sí”. Romanos 14:7. El deseaba vivir para sí. Procuraba hacer de sí mismo un centro de influencia. Eso incitó la rebelión en el cielo, y la aceptación de este principio de parte del hombre trajo el pecado a la tierra. Cuando Adán pecó, el hombre quedó separado del centro ordenado por el cielo. El demonio vino a ser el poder central del mundo. Donde debía estar el trono de Dios, Satanás colocó el suyo. El mundo trajo su homenaje, como ofrenda voluntaria, a los pies del enemigo.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 33; 29, 30 (1913).2MCP89 587.3

    Enseñad a los niños a obedecer las leyes de la naturaleza y de la revelación—Vosotros que tenéis sobre vuestro corazón el bien de vuestros hijos y queréis verlos crecer con gustos y apetitos no pervertidos, debéis abriros paso con perseverancia y urgencia contra los sentimientos y las prácticas populares. Si queréis prepararlos para ser útiles sobre la tierra y obtener la recompensa eterna en el reino de gloria, debéis enseñarles a obedecer las leyes de Dios, manifestadas tanto en la naturaleza como en la revelación, en vez de seguir las costumbres del mundo.—La Temperancia, 139 (1883).2MCP89 587.4

    Remedio para la delincuencia juvenil—Si los padres y las madres hubieran seguido las indicaciones dadas por Cristo, no leeríamos ni oiríamos ahora de pecados y crímenes cometidos no sólo por adultos, sino incluso por jóvenes y niños. Las malas condiciones de la sociedad existen porque los padres no han prestado atención a esta instrucción, y no adiestraron ni educaron a sus hijos para que respetaran y honraran los santos mandatos de Dios.2MCP89 588.1

    Hasta los maestros religiosos han dejado de presentar la elevada norma por medio de la cual se mide el carácter, porque se ha cesado de respetar los preceptos que Dios ha dado, que son santos, justos y buenos. Los hombres han asumido la responsabilidad de erigir una norma en armonía con sus propias ideas, y así se ha deshonrado la ley de Jehová. Por eso la iniquidad es tan grande, y se ha difundido tanto. Por eso nuestros días están asemejándose a los de Noé y Lot.—The Review and Herald, 2 de mayo de 1893.2MCP89 588.2

    Relación entre la ley moral y las leyes físicas—Hay una íntima relación entre la ley moral y las leyes que Dios ha establecido en el mundo físico. Si los hombres fueran obedientes a la Ley de Dios, y pusieran en práctica en sus vidas los principios de sus diez preceptos, las normas de justicia que enseñan serían una salvaguardia contra los malos hábitos. Pero como por la complacencia del apetito pervertido su virtud ha declinado, se han debilitado como consecuencia de sus propias costumbres inmorales y la violación de las leyes físicas.2MCP89 588.3

    El sufrimiento y la angustia que vemos por todas partes, la deformidad, la decrepitud, la enfermedad y la imbecilidad que inundan ahora el mundo, hacen de él un lazareto en comparación con lo que podría haber sido, inclusive ahora, si se obedeciera la ley moral que Dios ha implantado en nuestro ser. Por su persistente violación de estas leyes, el hombre ha agravado muchísimo los males resultantes de la transgresión del Edén.—The Review and Herald, 11 de febrero de 1902.2MCP89 588.4

    La ley de la administración divina—El cristiano debe ser de beneficio para los demás. De ese modo, él también recibe beneficio. “El que saciare, él también será saciado”. Proverbios 11:25. Esta ley es la ley de la administración divina, una ley por medio de la cual Dios determina que se mantengan las corrientes de la beneficencia, así como las aguas del gran abismo, en constante circulación, regresan perpetuamente a su fuente. En el cumplimiento de esta ley se encuentra el poder de las misiones cristianas.—Testimonies for the Church 7:170 (1902).2MCP89 589.1

    Leyes que gobiernan la naturaleza física—En la providencia de Dios, las leyes que gobiernan nuestra naturaleza física, con las sanciones que resultan de su violación, se han expuesto con tanta claridad, que los seres inteligentes las pueden entender, y todos están bajo la más solemne obligación de estudiar este tema y vivir en armonía con la ley natural. Deben exponerse los principios de la salud, y la mente del público debe ser intensamente sacudida por esta investigación.—The Review and Herald, 11 de febrero de 1902.2MCP89 589.2

    Los hábitos físicos correctos promueven la superioridad mental. La potencia intelectual, el vigor físico y la duración de la vida dependen de leyes inmutables. El Dios de la naturaleza no se interpondrá para preservar a los hombres de las consecuencias de la violación de los requerimientos de la naturaleza. El que lucha por el señorío debe ser temperante en todas las cosas. La claridad mental y la firmeza de propósito de Daniel, su poder para adquirir conocimientos y resistir la tentación, se debían en extenso grado a la sencillez de su régimen alimentario, en relación con su vida de oración.—Mensajes para los Jóvenes, 240 (1903).2MCP89 589.3

    La siembra y la cosecha—En las leyes por las cuales Dios rige la naturaleza, el efecto sigue a la causa con certeza infalible. La siega testificará de lo que fue la siembra. El obrero perezoso será condenado por su obra. La cosecha testifica contra él. Así también en las cosas espirituales: se mide la fidelidad de cada obrero por los resultados de su obra. El carácter de su obra, sea él diligente o perezoso, se revela por la cosecha. Así se decide su destino para la eternidad.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 62; 56 (1900).2MCP89 590.1

    Hay quienes creen solamente en lo que entienden—Hay hombres que declaran orgullosamente que sólo creen en lo que entienden. Pero la insensatez de su pretendida sabiduría resulta evidente para toda mente capaz de pensar. Hay misterios en la vida humana y en las manifestaciones del poder de Dios sobre las obras de la naturaleza, que ni la filosofía más profunda ni la investigación más amplia podrán explicar jamás.—The Review and Herald, 14 de septiembre de 1886.2MCP89 590.2

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