11—La victoria del amor
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11—La victoria del amor
Al final de los mil años, *Este es el milenio descripto en la Biblia (Apocalipsis 20:1-6) y en el libro completo, El conflicto de los siglos, capítulo 42. Cristo regresa a la Tierra acompañado por los redimidos y una comitiva de ángeles. Él ordena a los impíos que se levanten para recibir su castigo. Ellos obedecen, en número tan incontable como las arenas del mar, mostrando las huellas de la enfermedad y la muerte. ¡Qué contraste con los que fueron levantados en la primera resurrección!GE 86.1
Todas las miradas se concentran en la gloria del Hijo de Dios. A una voz la hueste de los impíos exclama: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (S. Mateo 23:39). No es el amor lo que les inspira esta exclamación; es la fuerza de la verdad la que empuja a estas palabras a salir de labios reacios. Los impíos salen de sus tumbas con la misma enemistad hacia Cristo y con el mismo espíritu de rebelión con que bajaron a ellas. No han de tener una nueva oportunidad para remediar su vida pasada.GE 86.2
Dice el profeta: “En aquel día se afirmarán sus pies sobre el Monte de los Olivos... El Monte de los Olivos se partirá por la mitad” (Zacarías 14:4). Cuando la nueva Jerusalén baja del cielo, descansa en el lugar preparado, y Cristo, su pueblo y los ángeles entran en la Santa Ciudad.GE 86.3
Mientras estaba privado de su obra de engañar, el príncipe del mal se sentía miserable y abatido. Pero al ver a los impíos resucitar y a las vastas multitudes a su lado, sus esperanzas reviven. Resuelve no ceder en el gran conflicto: comandará a los perdidos reuniéndolos bajo su estandarte. Y estos, al rechazar a Cristo, han aceptado la dirección del jefe rebelde y están listos para obedecerle. Sin embargo, consecuente con su engaño anterior, él no se manifiesta como Satanás. Declara ser el dueño legal del mundo, cuya herencia le ha sido injustamente arrebatada. Se presenta como un redentor, asegurando a sus engañados súbditos que es su poder el que los ha levantado de la tumba. Satanás da fuerzas a los débiles, e inspira a todos con su propia energía, para conducirlos con el fin de tomar posesión de la Ciudad de Dios. Señala a los innumerables millones que han sido levantados de entre los muertos y declara que, como dirigente de ellos, es capaz de re-cuperar su trono y reino.GE 86.4
En la vasta multitud se halla la raza longeva que existió antes del diluvio, hombres de gloriosa estatura e intelecto gigantesco; hombres cuyas obras maravillosas indujeron al mundo a idolatrar su genio, pero cuya crueldad e inventos malignos hicieron que Dios los eliminara de su creación. Hay reyes y generales que nunca perdieron una batalla. En la muerte no experimentaron ningún cambio. Al salir de la tumba están impulsados por el mismo deseo de conquista que los dominó cuando cayeron.GE 87.1
El asalto final contra Dios - Satanás consulta con estos hombres poderosos. Ellos declaran que el ejército que está dentro de la ciudad es pequeño y pueden ser vencidos. Hábiles artesanos construyen implementos de guerra. Líderes militares organizan a los hombres en compañías y divisiones.GE 87.2
Por fin se da la orden de ataque, y la hueste innumerable avanza; un ejército que las fuerzas combinadas de todas las edades jamás podría igualar. Satanás va a la vanguardia, y reyes y guerreros lo acompañan. Con precisión militar, las columnas cerradas avanzan sobre la quebrada superficie de la Tierra hacia la Ciudad de Dios. Jesús ordena cerrar las puertas de la Nueva Jerusalén, y los ejércitos de Satanás se alistan para el ataque.GE 87.3
Ahora Cristo aparece a la vista de sus enemigos. Muy por encima de la ciudad, sobre un fundamento de oro bruñido, se halla su trono. Sobre este trono se sienta el Hijo de Dios, y en torno a él están los súbditos de su reino. La gloria del Padre eterno circunda a su Hijo. El fulgor de su presencia irradia atravesando las puertas e inunda la Tierra con su brillantez.GE 87.4
Cerca del trono se hallan quienes una vez fueron celosos en la causa de Satanás pero que, arrebatados como tizones ardientes, han seguido a su Salvador con intensa devoción. Próximos a ellos están los que han perfeccionado sus caracteres en medio de la falsedad y la infidelidad, los que honraron la Ley de Dios cuando el mundo la declaraba abolida, y los millones, de todas las edades, martirizados por su fe. Más allá está la “gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas... delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en sus manos” (Apocalipsis 7:9). Su lucha ha terminado, la victoria está ganada. La palma es un símbolo de triunfo; el manto blanco, un emblema de la justicia de Cristo, la cual ahora les pertenece.GE 88.1
En toda esa multitud no existe nadie que se atribuya la salvación a sí mismo gracias a su propia bondad. Nada se dice de lo que han sufrido; la nota tónica de todos sus cánticos es; Salvación a nuestro Dios y al Cordero.GE 88.2
Sentencia pronunciada contra los rebeldes - En presencia de los habitantes reunidos de la Tierra y del Cielo ocurre la coronación del Hijo de Dios. Y ahora, investido de suprema majestad y poder, el Rey de reyes pronuncia la sentencia sobre los rebeldes que han transgredido su Ley y oprimido a su pueblo. “Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo y ningún lugar se halló ya para ellos. Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios. Los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida. Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20:11, 12).GE 88.3
Cuando la mirada de Jesús se fija en los impíos, estos son conscientes de todos los pecados que cometieron alguna vez. Ven sus propios pies apartarse de la senda de la santidad, las tentaciones seductoras que aceptaron por su complacencia con el pecado, los mensajeros de Dios despreciados, las advertencias desoídas, las oleadas de misericordia rechazadas por un corazón obstinado e impenitente; todo aparece como si estuviera escrito con letras de fuego.GE 88.4
Por encima del trono se revela la cruz. Como en visión panorámica aparecen las escenas de la caída de Adán y los pasos sucesivos en el plan de la redención. El nacimiento humilde del Salvador; su vida de sencillez; su bautismo en el Jordán; su ayuno y tentación en el desierto; su ministerio para presentar ante los hombres las bendiciones del Cielo; los días llenos de obras de misericordia; las noches de oración en la montaña; las maquinaciones llenas de envidia y malicia con que fueron pagados sus beneficios; la agonía misteriosa en el Getsemaní bajo el peso de los pecados del mundo; su traición por parte de la turba asesina; los sucesos de la noche de horror -el preso voluntario abandonado por sus discípulos, juzgado en el palacio del sumo sacerdote, en la corte de juicio de Pilato, ante el cobarde Herodes, burlado, insultado, torturado y condenado a morir-; todas estas cosas son presentadas vívidamente.GE 89.1
Y luego, ante las multitudes inquietas, se revelan las escenas finales: el Sufridor paciente que recorre el camino del Calvario; el Principe del Cielo que pende de la cruz; los sacerdotes y los rabinos que se mofan de su.agonía moribunda; la oscuridad sobrenatural que señala el momento cuando el Redentor del mundo deponía su vida.GE 89.2
El espectáculo horrible aparece tal como es. Satanás y sus súbditos no tienen poder para dejar de observar la escena. Cada actor recuerda la parte que desempeñara. Herodes, quien dio muerte a los niños inocentes de Belén; la vil Herodías, sobre cuya alma descansa la sangre de Juan el Bautista; el débil Pilato, esclavo de las circunstancias; los soldados burladores; la turba enloquecida que exclamaba: “¡Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos!” (S. Mateo 27:25); todos tratan en vano de esconderse de la majestad divina de su rostro, mientras que los redimidos arrojan sus coronas a los pies del Salvador y exclaman: “¡Él murió por mí!”GE 89.3
Allí está Nerón, monstruo lleno de crueldad y vicios, contemplando la exaltación de aquellos en cuya angustia encontrara satánica delicia. Su madre presencia su propia obra, y cómo las pasiones estimuladas por su influencia y ejemplo dieron como fruto crímenes que han horrorizado al mundo.GE 89.4
Hay sacerdotes y prelados papistas que pretendieron ser embajadores de Cristo y, sin embargo, emplearon el potro, la prisión y la hoguera para dominar al pueblo de Dios. Allí están los orgullosos pontífices que se exaltaron por encima de Dios y pensaron poder cambiar la Ley del Altísimo. Esos pretendidos padres tienen una cuenta que rendir delante de Dios. Demasiado tarde ven ahora que el Omnipotente es celoso de su Ley. Se dan cuenta ahora de que Cristo identifica sus intereses con su pueblo sufriente.GE 90.1
Todo el mundo impío se halla en juicio, acusado de alta traición contra el gobierno del Cielo. No tienen ningún argumento para defender su causa; no tienen ninguna excusa; y la sentencia de la muerte eterna se pronuncia contra ellos.GE 90.2
Los impíos ven lo que han perdido por su rebelión. El alma perdida exclama; “Todo esto yo lo habría podido obtener. ¡Oh, extraña infatuación! He cambiado la paz, la felicidad y el honor por la desdicha, la infamia y la desesperación”. Todos ven que su exclusión del cielo es justa, pues mediante su vida habían declarado; “No queremos que este Jesús reine sobre nosotros”.GE 90.3
Satanás, derrotado - Como fascinados, los malvados observan la coronación del Hijo de Dios. Ven en sus manos las tablas de la Ley divina que despreciaron. Presencian el clamor de la adoración proveniente de los salvados; y mientras las oleadas de melodías repercuten por encima de las multitudes que están fuera de la ciudad, todos exclaman: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos”. Y postrándose, adoran al Príncipe de la vida (Apocalipsis 15:3).GE 90.4
Satanás parece paralizado. Habiendo sido una vez el querubín cubridor, recuerda de dónde ha caído. Está para siempre excluido del concilio en donde una vez fue honrado. Ve ahora a otro junto al Padre, un ángel de majestuosa presencia. Él sabe que la exaltada posición de ese ángel podría haber sido suya.GE 90.5
Recuerda el hogar de su inocencia, la paz y el contentamiento que disfrutaba hasta su rebelión. Repasa su obra entre los hombres y sus resultados: la enemistad del hombre contra su prójimo, la terrible destrucción de vidas, el derrocamiento de tronos, los tumultos, los conflictos y las revoluciones. Recuerda sus constantes esfuerzos para oponerse a la obra de Cristo. Al mirar el fruto de su trabajo, ve solamente fracaso. Una y otra vez en el proceso del gran conflicto él fue derrotado y obligado a rendirse.GE 90.6
El blanco del gran rebelde ha sido siempre probar que el gobierno divino era responsable por la rebelión. Ha inducido a vastas multitudes a aceptar su versión. Durante miles de años este jefe de la conspiración tramó falsear la verdad. Pero ahora ha llegado el tiempo cuando la historia y el carácter de Satanás han de ser descubiertos. En su último esfuerzo por destronar a Cristo, destruir a su pueblo y tomar posesión de la Ciudad de Dios, el archirrebelde ha sido totalmente desenmascarado. Los que se han unido a él ven el fracaso total de su causa.GE 91.1
Satanás observa que su rebelión voluntaria lo ha descalificado para el cielo. Él ha desarrollado sus facultades para luchar contra Dios; la pureza y la armonía del cielo serían para él, ahora, suprema tortura. Entonces se postra y confiesa la justicia de su sentencia.GE 91.2
Ahora ha sido aclarada toda cuestión acerca de la verdad y el error en el conflicto milenario. Los resultados de anular los estatutos divinos han sido abiertos a la vista del universo entero. La historia del pecado será, por toda la eternidad, un testimonio de que la existencia de la Ley de Dios está ligada a la felicidad de todos los seres que él ha creado. El universo entero, leales y rebeldes, declara al unísono: “Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos”.GE 91.3
Ha llegado la hora cuando Cristo es glorificado por encima de todo nombre que es nombrado. Por el gozo que le fue propuesto —el que pudiera traer a muchas almas a la gloria—, soportó la cruz. Mira a los redimidos, renovados a su propia imagen. Contempla en ellos el resultado del trabajo de su alma, y está satisfecho (ver Isaías 53:11). Con una voz que alcanza a todas las multitudes, a los justos y a los impíos, declara: “¡He aquí lo que compré con mi sangre! Por ellos he sufrido, por ellos he muerto”.GE 91.4
Muerte violenta de los impíos - El carácter de Satanás no cambia. La rebelión, como poderoso torrente, surge de nuevo. Él determina no ceder en la última lucha desesperada contra el Rey del cielo. Pero, de todos los incontables millones que él ha seducido en la rebelión, nadie reconoce ahora su supremacía. Los impíos están llenos del mismo odio hacia Dios que inspira a Satanás, pero ven que su caso es desesperado.GE 91.5
Desciende fuego de Dios desde el cielo. La Tierra se desmenuza. Llamas devoradoras surgen por todas partes de grietas amenazantes. Las mismas rocas están en llamas. Los elementos se funden con el intenso calor, y también la Tierra, y las obras que en ellas están son quemadas (ver 2 S. Pedro 3:10). La superficie de la Tierra parece una masa derretida; un inmenso lago de fuego hirviente. “Es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sion” (Isaías 34:8).GE 92.1
Los impíos son castigados de acuerdo con sus obras. A Satanás se lo hace sufrir no solamente por su propia rebelión, sino también por todos los pecados que ha hecho cometer al pueblo de Dios. En las llamas los impíos son por fin destruidos, raíz y rama: Satanás es la raíz; sus seguidores, las ramas. Se ha pagado la completa penalidad de la Ley, las demandas de la justicia se han cumplido. La obra satánica de ruina ha terminado para siempre. Ahora las criaturas de Dios están libres para siempre de sus tentaciones.GE 92.2
Mientras la Tierra se halla envuelta en fuego, los justos moran con seguridad en la Ciudad Santa. En tanto que Dios es fuego consumidor para el malvado, es un escudo para su pueblo (ver Apocalipsis 20:6; Salmo 84:11).GE 92.3
Nuestro hogar definitivo — “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado” (Apocalipsis 21:1). El fuego que consume a los malos purifica la Tierra. Desaparece todo resto de maldición. Ningún infierno que arda perpetuamente recordará a los redimidos las terribles consecuencias del pecado.GE 92.4
Permanece un solo recordativo: nuestro Redentor llevará por siempre las marcas de su crucifixión, los únicos rastros de la obra cruel realizada por el pecado. A través de las edades eternas, las cicatrices del Calvario mostrarán su alabanza y declararán su poder.GE 92.5
Cristo les aseguró a sus discípulos que él iba a preparar mansiones para ellos en la casa del Padre. El lenguaje humano es inadecuado para describir la recompensa de los justos. La conocerán solo quienes la contemplen. ¡Ninguna mente finita puede comprender la gloria del Paraíso de Dios!GE 92.6
En la Biblia se denomina “patria” a la herencia de los salvados (ver Hebreos 11:14-16). Allí el Pastor celestial conduce a su rebaño a fuentes de aguas vivas, corrientes que fluyen eternamente, claras como el cristal, y en cuyas márgenes se mecen árboles que arrojan sus sombras sobre los senderos preparados para los redimidos del Señor. Amplias llanuras alternan con colinas de belleza, y los montes de Dios elevan sus altas cumbres. En esas llanuras pacíficas, junto a esos arroyos vivientes, los hijos de Dios, por tanto tiempo peregrinos y vagabundos, encontrarán su patria.GE 93.1
“Edificarán casas y morarán en ellas; plantarán viñas y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma... mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos”. Allí “se alegrarán el desierto y el erial; la estepa se gozará y florecerá como la rosa”. “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará... y un niño los pastoreará... No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte” (Isaías 65:21, 22; 35:1; 11:6, 9).GE 93.2
El dolor no puede existir en el cielo. No habrá más lágrimas ni cortejos fúnebres. “Ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor; porque las primeras cosas ya pasaron”. “No dirá el morador: ‘Estoy enfermo’. Al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad” (Apocalipsis 21:4; Isaías 33:24).GE 93.3
Allí está la Nueva Jerusalén, la metrópoli de la Tierra Nueva glorificada. “Su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal... Las naciones que hayan sido salvas andarán a la luz de ella y los reyes de la tierra traerán su gloria y su honor a ella... ‘El tabernáculo de Dios está ahora con los hombres. Él morará con ellos, ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios’ ” (Apocalipsis 21:11, 24, 3).GE 93.4
En la Ciudad de Dios “no habrá más noche” (Apocalipsis 22:5). No habrá cansancio. Siempre sentiremos la frescura de la mañana, la cual nunca llegará a su fin. La luz del sol será sustituida por un resplandor que no es dolorosamente deslumbrante, pero que superará enormemente a la claridad de nuestro mediodía. Los redimidos caminarán en la gloria del día perpetuo.GE 93.5
“En ella no vi templo, porque el Señor Dios Todopoderoso es su templo, y el Cordero” (Apocalipsis 21:22). El pueblo de Dios tiene el privilegio de mantener una comunión abierta con el Padre y con el Hijo. Ahora contemplamos la imagen de Dios como en un espejo, pero entonces lo veremos cara a cara, sin ningún velo que lo oculte.GE 94.1
El triunfo del amor de Dios - Allí el amor y la simpatía que Dios mismo ha implantado en el alma encontrarán su expresión más genuina y más dulce. La comunión pura con los seres santos y los fieles de todas las edades, los lazos sagrados que unen a toda la “familia en los cielos y en la tierra”; todo esto ayudará a constituir la felicidad de los redimidos (Efesios 3:15).GE 94.2
Allí las mentes inmortales contemplarán con delicia incesante las maravillas del poder creador, los misterios del amor redentor. Toda facultad será desarrollada; toda capacidad, incrementada. La adquisición de conocimientos no agotará las energías. Se llevarán a cabo las mayores empresas, se alcanzarán las más altas aspiraciones, se realizarán las más elevadas ambiciones. Y aún surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, objetivos que agucen las facultades de la mente, el alma y el cuerpo.GE 94.3
Todos los tesoros del universo estarán abiertos ante los redimidos de Dios. Libres de la mortalidad, emprenden un vuelo incansable hacia los mundos lejanos. Los hijos de la Tierra entran en el gozo y la sabiduría de los seres no caídos, y comparten los tesoros de conocimiento obtenidos a través de muchas edades. Con visión clarísima contemplan la gloria de la creación: soles, estrellas y sistemas, todos marchando en el orden señalado en torno al trono de la Deidad.GE 94.4
Y los años de la eternidad, a medida que transcurran, traerán consi-go revelaciones aún más gloriosas de Dios y de Cristo. Cuanto más aprendan los hombres acerca de Dios, mayor será su admiración de su carácter. Cuando Jesús abra delante de ellos las riquezas de la redención y les revele los hechos asombrosos del gran conflicto con Satanás, el corazón de los redimidos se estremecerá de devoción, y miles y miles de voces se unirán para engrosar el majestuoso coro de alabanza.GE 94.5
“A todo lo creado que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oí decir: Al que está sentado en el trono y al Cordero sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5:13).GE 95.1
El gran conflicto ha terminado. Ya no existen ni pecado ni pecadores. El universo entero está limpio. Una sola pulsación de armonía y alegría late a través de la vasta creación. Del Ser que creó todo fluyen vida, luz y alegría por toda la expansión del espacio infinito. Desde el átomo más diminuto hasta el más grande de los mundos, todas las cosas, animadas e inanimadas, declaran, en su belleza sin mácula y gozo perfecto, que Dios es amor.GE 95.2